Capítulo 4

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–Horacio...–Dijo la voz del ruso.

El llamado tragó grueso. –¿S-si?–todos en aquella sala pudieron notar su nerviosismo.

"Este señor sabe mi nombre..." Pensó nervioso. "Bueno quizás se lo dijo el viejo..."

Supongo que tendrás amigos en esta asquerosa ciudad–Prosiguió Volkov con un tono bastante calmado. Este estaba sentado, con las manos entrelazadas descansando sobre su torso.

–¿S-Si?–Horacio tenía la obligación de contestar, no quería que lo mataran antes de tiempo.

–Bueno y supongo que una familia.

Lo primero que se le vino a la mente fue Gustabo, Gustabo era su familia. También lo eran Segis, Rogelio, Trujillo... Pero sobre todo Gustabo. Ese asqueroso era su maldito hermano, no de sangre pero Horacio sería capaz de hacer cualquier cosa por ese idiota rubio de ojos azules.–S-Si...

–Bien, no conozco tu asquerosa vida, tampoco quisiera conocerla. El caso... no sé si has sufrido alguna pérdida de un familiar pero como es obvio nunca es agradable.

Su madre... era pequeño cuando ella murió pero la recordaba cada día. Imágenes que intentaba esconder en los rincones más recónditos de su cerebro para que su corazón no sé quebrantarse por ello.

–Bueno pues Ivanov era mi familia...

–Yo... com-comisario yo no he...No le hice nada a ese hombre, yo n-no le conocía–Horacio hacía su mayor esfuerzo por no trabarse–Es imposible que yo haya matado a nadi...

–Ya... todos decís lo mismo, pero al fin y al cabo sois todos la misma escoria.–El comisario le dió la vuelta a la silla, sentándose por el lado del respaldo– Os creéis los reyes del mundo hasta que teneis una navaja rozando vuestro cuello...–Horacio no sabía muy bien a qué se refería ese hombre, realmente estaba confundido. ¿Hace un rato quería matarlo y ahora estaba charlando pacíficamente con él?.–¿Pero sabes qué?,  A veces da más satisfacción una buena venganza antes que una navaja en el cuello de tu adversario...

"¿Me está amenazando?"

–Creo que está drogado...–Susurró tonet tras la rejilla.

Después de aquellas palabras solo hubo silencio, silencio y más silencio. La tensión de aquella habitación podía cortarse con un cuchillo y horacio tenía tantas preguntas, como "¿Que harán conmigo?", "¿Dónde está Gustabo?", "¿Detendrán a mis amigos también?".

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(Algunas Horas antes)

Volkov esperaba nervioso las noticias de su jefe sobre Ivanov. Sus propios agentes le habían encerrado en su despacho a sabiendas de que el comisario en aquel estado sería capaz de hacer cualquier cosa. Este estaba sentado en el frío suelo, agotado de haber aporreado y tirado todas las cosas de aquella oficina; y haber gritado, maldecido y amenazado en todas las lenguas posibles a todo el que pasaba por fuera del despacho.

De un momento a otro estaba solo de nuevo. Como si le hubieran arrebatado todo lo que ya creía que iba estar para siempre. Soltaba lágrimas amargas que recorrían sus mejillas, lágrimas ácidas que quemaban su piel. Lágrimas con las que intentaba llenar el vacío de su alma, recomponer los pedazos rotos de su corazón, que se clavaban como miles de cristales en mitad de su pecho impidiéndole respirar con normalidad.

De pronto escuchó que alguien abría la puerta de su despacho.–¡LARGO!–Gritó a cualquier intruso que pudiera observar a un comisario destrozado ahogándose en sus propias lágrimas.

ᴋᴇᴇᴘ ᴍᴇ ᴀᴡᴀʏ》ⱽᵒˡᵏᵃᶜⁱᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora