Capítulo 13.

2K 189 238
                                    

Horacio estaba en frente de unas enormes rejas con un gran nudo en su garganta, su espalda recorriendole sudores fríos que le paralizaban completamente y miedo, mucho muchísimo miedo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Horacio estaba en frente de unas enormes rejas con un gran nudo en su garganta, su espalda recorriendole sudores fríos que le paralizaban completamente y miedo, mucho muchísimo miedo...

Un gran barullo de presos a lo alto de unas kilométricas barandillas que rodeaban el segundo piso gritaban cosas indistinguibles y aporreaban las barandas con emoción.

Horacio quiso esconderse tras Volkov pero sabía que eso no iba a ser posible porque sus destinos ahí acabarían.

Delante tenía una gran fila de nuevos reclusos. Los mismos que estaban en aquella sala hace minutos atrás. Estos no parecían tan asustados como lo estaba Horacio.

¿Pero quien le podía culpar?, el muchacho se sentía demasiado débil y diminuto allí dentro...

Además de ser más bajito que el resto su carencia muscular falicitaría a cualquiera de esos hombres moverlo y usarlo a su antojo.

Acabaría siendo un trapo usado por toda la prisión en cuanto cruzara aquella gigantesca puerta.

Horacio, que se encontraba unos metros más apartado de la fila, estaba al lado de Michelle, Volkov y Conway, que había entrado a la prisión hace unos minutos. Una de sus manos había agarrado inconscientemente la del ruso por el temor, pero estas fueron obligadas a soltarse cuando uno de los policías empujó a Horacio hacia delante.-¡Mueve el culo crestitas!-Ordenó el mismo policía que casi le agrede en aquella sala minutos atrás: Brown.-¡Ponte con el resto!.

Horacio dió un torpe tropiezo con sus propios pies por el empujón pero no llegó a caerse.

Justamente sonó el zumbido que indicaba que las puertas iban a abrirse y así lo hicieron. Los reclusos comenzaron a avanzar al interior.

Uno o dos pasos antes de pasar por la puerta Horacio giró su cabeza para ver a Volkov pero Brown le empujó de los hombros.-¡Camina maldito bastardo!-lo obligó a volver a girar su cabeza hacia el frente

Ya había cruzado aquellas puertas, su libertad se había erradicado por completo, ya no había vuelta atrás. A partir de ahora sería un perro dentro de una jaula, controlado por sus amos y privado de cualquier tipo de libertad.
Excepto por un diferencia, una gran diferencia...

Tendría que luchar con otros perros por el territorio y Horacio era un chihuahua comparado con el resto de reclusos.

Lo curioso fue la mirada de Volkov clavada en el chico de cresta. Horacio podría haber jurado ver tristeza en aquellos ojos color celestes. Pero estaba demasiado aturdido como para pensar demasiado en ello.

Los presos clavaban miradas burlonas y lujuriosas encima del muchacho. Hacían gestos obscenos y gritaban asquerosidades. Estaba rodeados de putos enfermos.

Caminaba por un pasillo lleno de psicópatas que gritaban como tarugos porque eran su entretención.

Como un circo de rarezas macabras...

ᴋᴇᴇᴘ ᴍᴇ ᴀᴡᴀʏ》ⱽᵒˡᵏᵃᶜⁱᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora