La venganza de los Blouse

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—No lo hago nada mal, ¿verdad? —dijo a voz en alto, calculando antes de lanzar el último enganche. Era un equipo al que había que tratar con mucho cuidado, pues se desequilibraba con rapidez y dependías literamente de tu buena puntería. De pronto el sonido de un motor sonó lejano, pero indudablemente en dirección a la villa. Thomas le hizo un gesto a la rubia de lejos y ésta apuntó con cuidado, lanzándose hacia la planta baja del edificio donde Ymir solía practicar. No se había atrevido con los niveles más altos porque tenía vértigo. Prefería ir poco a poco. Al aterrizar siguió trotando para evitar que el impacto fuera tan grande y se acercó a Thomas, respirando agotada. —Madre mía, ¡esto cansa mucho!

—Sí. Mira, la que viene por allí es Ymir. Podrías enseñarle lo bien que se te da.

Historia sintió un sudor frío recorrerle la nuca al oír esa frase, no sabía que su ama estaría tan pronto de vuelta. Esto la hizo tragar saliva y por puro instinto bajó las manos a las correas, poniendo un tono de voz muy serio.

—Vamos, ayúdame a quitarme el equipo. Estaba en un nivel de gas intermedio, ¿podrías traer el combustible?

Thomas frunció el ceño al verla tan atosigada de repente.

—Tranquila, Ymir suele rellenarlo antes de cada uso, así que no importa. ¿Por qué estás tan alterada? —le preguntó el rubio mientras la ayudaba a deshacerse de todos los cinturones. Les dio tiempo a desengancharle el equipo y el gas de la lumbar, pero no le daría tiempo a ninguno a guardar las cosas. Historia pensó rápido y al tener ya el coche encima de ellos, curvó una sonrisa. Ymir estaba en esta ocasión en el asiento conductor, con unas gafas de sol retro y una expresión labial de pocos amigos, de hecho, no dio ni los buenos días al llegar. Thomas había notado algo raro en la actitud azorada de Historia... y de repente se preguntó si eso de "Ymir me ha dado permiso para usarlo" era verdad o le había vuelto a engañar. Al verla tan nerviosa, optó inmediatamente por la segunda opción.

—Historia, ¿qué pasa?

—Nada, sólo... voy a dejar esto rápido al establo. Estaba en el primer mueble, ¿verdad?

Wagner asintió y la vio salir escopetada. Y lo siguiente que vio fue a Ymir, saliendo del coche sin dirigirle la palabra ni a él ni al jardinero, andando decidida hacia la casa.

A esta le ha pasado algo, pensó.  Qué pena. Con el buen humor que tenía cuando volvió de Islandia.

Historia estuvo de vuelta al poco de que Ymir entrara a la casa, cuando de pronto, y antes de poder retomar la conversación con Wagner, el sonido de un nuevo motor resonó cerca de los dos. Un vehículo de gama alta como el de Ymir, pero innecesariamente más ostentoso y de color amarillo chillón. Cuando ambos betas se voltearon a ver al enigmático propietario vieron que era Kaya, de la casa Blouse. Aquella chica era una alfa de ascendencia prácticamente desconocida, no le hacía sombra al linaje de Ymir ni de lejos. Pero la polémica se había desatado poco tiempo atrás cuando Ymir mandó devorar literalmente el cuerpo de su beta Sasha. Las autoridades acabaron dando parte a la casa Blouse, de donde Kaya era una alfa de buen poder adquisitivo y además, hermana de la asesinada.

—¿Y bien? —preguntó la joven rubia, cerrando su vehículo de un portazo y caminando con decisión hacia la entrada. —¿Dónde está esa hija de puta con pecas? Acaba de entrar huyendo, ¿no? Dile a esa zorra que salga. —Ordenó a Thomas, quien se mantuvo indemne y con cara de pocos amigos. Muy a su pesar, asintió despacio y se dio media vuelta, entrando a la mansión y dejando la puerta abierta. Historia no fue capaz de oír todas las palabras de la desconocida, pero sí lo suficiente como para percibir que había un aparente mal trato entre ambos. Como acababa de llegar del establo de dejar el equipo de maniobras, pilló aquel diálogo a medias.

Viviendo con un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora