Recaída

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La bala de Ymir era claramente armamento anti titán, pero no osó disparar a su prima en el cerebro. Volvió a ensartarla contra la mampostería al dispararle en la boca, y esto le fracturó parte de la tráquea por la propulsión y la potencia de la bala. Eso la dejaría parapléjica hasta que alguien le extrajera la munición de la nuca. Harold, Bastian y Bernard fueron echados del recinto, pero siendo alfas, Ymir tendría que buscar auténticos motivos de peso que los llevaran a la cárcel, porque no resultaría tarea fácil tratándose de otros Fritzel.

—Jean. ¡Ven! ¡Ahora! —uno de los vigilantes que acababa de acudir a la parte trasera de la casa hizo un par de señas a sus compañeros, y en masa, un pequeño grupo de guardias colocaron armas apuntando a los cuerpos inmóviles de los tres alfas. Bernard no se resistió, era el primero que quería largarse de allí cuanto antes. Reiner y Jean Kirstein aparecieron de repente con el equipo de maniobras. Jean tenía una de las hojas totalmente embadurnada de sangre.

Escaló hasta el tejado de la alta mansión, desde donde tuvo mejor campo de visión para ver los senderos por los que los primos de Ymir habían estado preparando la emboscada. Dio un pitido y Reiner, anclado con el gancho a un árbol, asintió antes de dirigir la mirada a Ymir.

—Había dos alfas de bajo rango. Tu osada familia. Jean no los ha matado. Ymir. —Señaló con su hoja afilada el cuerpo de Harol y Bastian. —Mátalos. Los mato yo, si prefieres. Quítatelos de encima antes de que ellos te quiten de encima a ti. Cada vez son más agresivas sus tácticas.

—Sí —alegó Kirstein, acercándose agotado. Señaló a Ariadna, que ya empezaba a mover la cabeza y gimotear de dolor. Sus extremidades no respondían.

—Lo haré. —Pronunció Ymir, levantándose poco a poco, pero Historia la retuvo al tironear de su camiseta. La miró agotada, tensa, pero con mucha fuerza en aquellos iris azules.

—No harás tal cosa —dijo arrastrando la voz. —Vamos a un hospital... y luego hablaremos de este tema.

Ymir se zafó de su agarre y caminó decidida hacia su objetivo.

Voy a acabar contigo. Siempre has sacado lo peor de mí.

Ariadna apretó los labios y notó que no era dueña de su cuerpo por entero. El disparo de Ymir había recalado fuertemente en sus conexiones nerviosas, y la lentitud de sus regeneraciones no la dejaría moverse. Su dedo índice tembló, notaba ligeros cosquilleos, pero no sería suficiente. Harold gritó y se interpuso de repente, en pie en un segundo, parando el cuerpo de Ymir de un empujón sin que la chica se lo esperara. La ambulancia llegó a espaldas de ambos. Cuando la morena agarró a su primo del pescuezo y lo lanzó contra la fachada, el muchacho del puro dolor se mordió y se convirtió en titán. El aspecto era similar al de Ymir, Historia alucinó al verlo tan de cerca. Los ojos se le abrieron desmesuradamente al ver que el muy cabrón empezaba a correr en su dirección, abriendo las manazas en zarpas para clavárselas. Reiner actuó rápido y fue modificando la dirección del gas para adherirse a su cuello con el equipo de maniobras. Jean desapareció del árbol en el que estaba y tomó a Historia rápidamente, alzándola del sitio donde un segundo más tarde aterrizó Harold, dispuesto a comérsela. Ymir sintió un chispazo encenderse en su interior y se rajó el hombro con las uñas, convirtiéndose en titán inmediatamente. Reiner y Jean voltearon el rostro asustados.

—¿Ha sido capaz...?

—Ha perdido los nervios. Ten cuidado. Lleva a Historia a la ambulancia.

Jean asintió y cargó con más cuidado el pequeño cuerpo de la mujer, que ya luchaba por no desmoronarse. El dolor de las contracciones la había abstraído de la pelea... pero no lo suficiente como para ignorar los rugidos del titán de su novia, y los consiguientes ruidos de lucha, forcejeos y guturales gritos en cada zarpazo que se daban. El ruido de las aspas de dos helicópteros la hicieron levantar la mirada al cielo y abrió los labios asombrada al ver la repercusión que Ymir estaba generando. Los Fritzel dando el espectáculo. Jean se enganchaba con tanta rapidez a los troncos de los árboles, que calcular la medida exacta para dejar a Historia en el suelo empezó a complicársele.

Viviendo con un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora