Tu olor es diferente

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Hacía tres días que Historia se había marchado. Ninguna beta preguntó los motivos. Moblit, temiéndose lo peor, había intentado sonsacar a su jefa dónde se encontraba la pequeña, pero no recibió ninguna explicación más allá del "se ha ido". Ymir tuvo que hacer de tripas corazón para no llamar a un investigador que controlara a Historia Reiss. Quería saber qué hacía, con quién se veía, cómo estaba siendo su incorporación en la casa. Sabía que la relación con sus hermanos y su madre no era la mejor. El patrimonio Fritzel había mantenido las transacciones mensuales que mantenían a Rod Reiss en las mejores manos del hospital, aunque su enfermedad seguía avanzando a pasos terribles. Por lo menos, pensó, podrá pasar más tiempo con él.

—Pero qué me pasa... —susurró, frotándose la frente con sus largos dedos, como si tuviera una fuerte migraña. Habían sido tres días espantosos dando vueltas a sus últimas decisiones. No, al final no contrataría a ningún investigador. Pero no podía parar de pensar en ella y la desinformación de su estado le corroía.


Antiguo dormitorio de Historia


Aquellos días, sin que nadie la viera, había estado visitando su dormitorio. Las sábanas habían sido retiradas, la ropa se la había enviado. Intentó postergar sin éxito sus visita a aquel dormitorio porque sabía que podía empeorar aquellos pensamientos tan extraños que estaba teniendo. Se paseó por la habitación lentamente, pasando la mano por su tocador. En el cepillo aún quedaba un pelo largo y fino, rubio. Ymir abrió los cajones para cotillear, pero no había nada en ninguno de ese mueble, más allá de algunos pintauñas y un par de cajas de perfumes vacías. Cuando pasó por delante de la cama, frenó en seco y miró a ambas mesitas de noche. Se fue a una de ellas y abrió sus cajones. En el primero había un libro con un marcapáginas. La morena frunció las cejas y lo recogió lentamente, mirándolo por el lado de atrás para leer el argumento: era un libro de la biblioteca. Sabía que Historia leía mucho, que era una persona cultivada en la literatura. Ymir había dejado de interesarse por la lectura muy pronto, pero al fijarse bien en el título, recordó que era uno de los favoritos de su difunto padre, de género wéstern. No era un género que soliese gustar y menos en los libros. Pero Historia había superado la página 500 sin mayor problema. Tan sólo le faltaban las últimas para concluirlo. Ymir se llevó el libro consigo. Al abrir el cajón de la otra mesita, se encontró con un montón de cartas perfumadas y sobres, y al final del todo, la foto revelada de las dos posando en la candidatura de Erwin. Ymir sonrió un poco y sintió un nudo en la garganta.

—Ymir... ¿estás bien?

Ymir guardó la foto donde estaba y se irguió despacio, acomodándose el libro del Oeste bajo el brazo.

—Hola, Pieck.

—¿Has perdido a tu ángel de la guarda? —preguntó la de pelo negro con una pacífica sonrisa, cruzada de brazos y apoyada en el marco de la puerta. Dejó de sonreír despacio. —Grandullona, ¿estás bien? Sé sincera conmigo.

—Sólo necesito un poco de aire. Hablamos después.

Pieck comprimió los labios al escucharla y asintió sin contestar más, no quería importunarla. Pero la conocía lo suficiente como para saber que no estaba bien.


Casa Reiss


—Mamá, ¿esto qué es?

—Páginas de trabajo. Es la página donde tu hermano logró un puesto en la panadería del centro. Te sugiero que busques algo cuanto antes si pretendes vivir bajo mi techo.

Viviendo con un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora