Biblioteca
La apretada agenda que tenía no le había permitido avanzar en la lectura tan rápido como le hubiera gustado, pero por fin, después de casi dos meses, había conseguido llegar hasta la parte donde Historia se quedó en el libro del Oeste. Recordaba ese libro en las enormes y largas manos de su padre, lo había releído tantas veces... y por fin sabía a qué venía tanta obsesión con él. La gloria wéstern tenía algo especial. Para alguien como su viejo, que no había sitio al que asistiera sin sus pistolas, le venía el estilo que ni pintado. Parecía mentira, pero aquellos pequeños ratos en solitario con el libro y su copa de vino lograban dispersar gran parte de sus pensamientos oscuros y le daba sueño, algo que siempre era de agradecer. Se sentía más tranquila consigo misma. Desde que Historia se fue y la mansión había quedado tan vacía, tampoco había realizado ni asistido a ninguna otra fiesta celebrada por sus amigos alfas. Empezaba a sentirse desconectada de ellos. En otra onda. De pronto, la puerta se abrió con mucha cautela y la morena volteó medio rostro, mirando quién venía.
—Hey, Ymir... —era Petra. Ymir sintió que parte de su paz se interrumpía cuando la sintió acercarse. Siguió leyendo en silencio, tratando de enfrascarse en la historia. Cuando se le aproximó y vio que leía un libro arqueó una ceja, sonriendo animada. —¿Y eso? ¿Qué lees?
Ymir siguió con la mirada en el libro y le enseñó la portada.
—De Oakley Hall. Es de vaqueros. A mi padre le gustaba el Medio Oeste.
—Oh. Nunca te veo leer.
—No lo hago. Hacía mucho que no, por lo menos —respondió, volviendo su atención a la página que había dejado a medias. Pero antes de retomar el hilo la mano de Petra tapó la página y cerró despacio el libro, haciendo que la pecosa levantara los ojos confundidos hacia ella. La chica se inclinó y rozó sus labios despacio, hasta empezar a besarla. Sintió que Ymir se le despegaba hacia atrás intentando decir algo, pero corrió a arrodillarse sobre el suelo, abriéndole las piernas para colocar su cuerpo en medio. Sus labios seguían buscándola. Por la insistencia, Ymir acabó correspondiendo al beso, un poco aturullada por la terquedad de la pelirroja, pero cuando sintió que le abría la bragueta y le buscaba el miembro balbuceó alejándose de su cara. Le apartó las manos de allí.
—Qué haces... —dijo Petra con una sonrisa sumisa, y muy sensual. Notaba a Ymir muy rara, pero no quería ni darle importancia antes que encajar un rechazo.
—Ahora no me apetece —le contestó, abriendo los ojos para encontrarse con los de ella. Dejó el libro con el marcapáginas puesto en la mesa auxiliar.
—Siempre te apetece. Déjame un rato y ya verás. —Le lamió los labios y bajó rápido la cabeza, tomando su miembro con la mano de nuevo y metiéndoselo en la boca. Nada más empezar a chupar su polla sintió un gemido inesperado de Ymir, que se removió. La morena suspiró del maldito placer que aquello daba, se le puso dura enseguida. La boca de Petra ascendía y bajaba tan rápido que no la dejaba pensar. Pensó en dejarse llevar, pero luego...
—Para... déjalo —la sujetó del hombro, pero la pelirroja lo removió incómoda y algo enfadada, sustituyendo la felación por una intensa masturbación con la mano.
—No me quites, Ymir... relájate, ¿vale? Yo sé cuánto te gusta...
Cuando volvió a usar la boca, la morena la miró fijamente, con un sentimiento muy difícil de comprender. ¿Por qué se sentía tan mal? ¿Qué había cambiado tanto? Todas las veces que había tenido sexo con Petra acababa sintiéndose mucho peor al acabar. El placer esporádico, de la noche a la mañana, había dejado de ser algo positivo.
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Viviendo con un monstruo
FanficLa jerarquía de alfas conforma la estructura social más ruin y depravada en el mundo. Manejan todo el dinero de los países, gobiernan sobre cualquier estructura social, tienen inmunidad diplomática y se sabe que están involucrados en el tráfico de d...