Hoseok era el chico del río. Se la pasaba flotando por horas y horas, solo viendo como el tiempo transcurría a su alrededor... Entonces en una de esas ocasiones le encontré, y fue inevitable el no sentir curiosidad por alguien como él.
Pero había un...
—¿Tú comes, duermes o haces algo además de solo estar en el agua todo el día?
Se supone que luego de intercambiar un par de palabras me iba a ir del lugar para ordenar mis cosas y limpiar un poco la cabaña, pero ya había pasado más de media hora y seguía sentada a la orilla viendo al chico y haciéndole todas las preguntas posibles que me venían a la mente. Estaba segura de que algo así no me volvería a pasar en la vida, por lo que tenía que aprovechar el momento.
—Yo a veces pruebo algunas bayas que se caen de su planta por el movimiento del agua, y dormir... Creo que lo he hecho, aunque es más un estado de reposo porque no "sueño" —sus expresiones era tan genuinas que lograba captar toda mi atención—. Cuando me encontraste estaba en ese estado.
—Ya veo —me acomodé en mi lugar flectando las rodillas para llevarlas a mi pecho—. ¿Y estás solo o hay otros como tú?
Guardó silencio y bajó su mirada. Sus ojos se mantuvieron fijos en el agua que pasaba rozando su cuerpo. Aquel líquido era lo suficiente cristalino para que se pudiera notar lo que había en el fondo. Pequeños peces, rocas resbaladizas y finos camino formados por la corriente.
Puede que mi pregunta no haya sido la más correcta...
—Hasta donde sé, solo estoy yo. Nunca me he topado con alguien que tenga mis características —la melancolía en su rostro se hizo presente. ¿Cuánto tiempo llevaría solo?
—Yo no soy como tú, pero si quieres te puedo acompañar los días que esté aquí.
Estaba siendo arriesgada, sin embargo, ver un alma tan solitaria hacía que el corazón se me apretujara. Si hubiese estado en su lugar hasta la mínima compañía me hubiera hecho feliz. Y pude apostar cualquier cosa a qué mi respuesta le había hecho feliz, pues sus ojos parecieron brillar y tomar vida nuevamente.
—Muchas gracias, Jihae. Eres muy amable —y su sonrisa hizo a mi corazón dar un vuelco.
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