Hoseok era el chico del río. Se la pasaba flotando por horas y horas, solo viendo como el tiempo transcurría a su alrededor... Entonces en una de esas ocasiones le encontré, y fue inevitable el no sentir curiosidad por alguien como él.
Pero había un...
El agua estaba algo fría, pero sorprendentemente las manos del chico del río estaban los suficiente abrigadas como para que algo de calor llegara a mi ser. Tras haber dejado mis cosas a un lado del río, me metí al agua para acompañarlo un rato. No estábamos en un sector muy profundo, pero de a poco habíamos ido avanzando hasta llegar a mayor profundidad en un lugar donde la corriente disminuía su fuerza y el agua se volvía más tranquila.
—Por alguna razón pensé que no te podría tocar —le comenté mientras el agua seguía aumentando y nuestros cuerpos se sumergían de a poco.
—¿Por qué? Ayer cuando intentaste sacarme del agua me pudiste tocar.
—Lo sé, pero cuando intentaste salir y tu mano empezó a desaparecer... Creí que el tacto se perdería para no volver.
Él rio y sus pómulos tomaron mayor forma ante su gesto. En serio parecía un animalito feliz con sus ojos brillando y siendo tan felices como él. Envolvió más sus manos con las mías y comenzó a agitar nuestros brazos de arriba hacia abajo como si estuvieramos jugando, yo seguí sus acciones. No perdía nada haciéndolo. Tras haberlo visto tan melancólico el día anterior, ver una sonrisa en su rostro hacía que me sintiera más tranquila.
—Es algo raro. Hay partes de mí que desaparecen al salir del río y cuando regreso todo vuelve a su lugar. Aunque no sé lo que pasaría si es que salgo por completo. ¿Desaparecería? Quién sabe, es todo un misterio.
—Entonces... ¿Has intentado salir?
—Claro, pero me da miedo desaparecer, así que siempre termino regresando al agua.
Eso sonaba bastante difícil. Vivir con esa preocupación no tenía que ser para nada agradable. Su mundo no era nada más que una masa de agua que se movía sobre la tierra, y probablemente no conocía nada más que árboles y plantas cercanas a riachuelos. Y, aunque había dicho que había interactuando con otras personas, no estaba segura de cómo le habrían tratado y si él había sido lo suficiente inteligente como para no dejarse pasar a llevar solo por tener algo de compañía.
—Sería genial si pudieras salir un tiempo del río. En el mundo hay muchas cosas bonitas y curiosas. Podrías ver nuevos paisajes, animales y también tener nuevas experiencias.
—Suena bien, pero por el momento me gusta estar aquí. Y ahora que estás tú, no se siente tan solitario.
Me lancé al agua antes de que sus palabras pudieran tener efecto en mí. El problema fue que al estar tomados de las manos tiré de él y al final los dos terminamos sumergidos en el agua y completamente empapados (más yo, ya que él ya tenía su peculiar vestimenta mojada). Morí de la vergüenza por haber actuado así, pero esos ojos gentiles parecían nunca desaparecer.
—¿Alguna vez abrazaste a alguien?
Si iba a sentirme avergonzada, por lo menos tenía que tener una razón más allá de sus palabras.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
