Hoseok era el chico del río. Se la pasaba flotando por horas y horas, solo viendo como el tiempo transcurría a su alrededor... Entonces en una de esas ocasiones le encontré, y fue inevitable el no sentir curiosidad por alguien como él.
Pero había un...
La noche llegó, y el tiempo pasó volando entre sonrisa y sonrisa. Ojitos gentiles se encargó de hacerme feliz y no sentir vergüenza por la acción que había hecho. Aunque bueno, aquel contacto de labios se había repetido un par de veces, y no en todas las ocasiones resulté yo siendo la que daba el primer pasó.
—Creo que podría desaparecer en este momento y estaría bien porque llegué al punto más alto de mi felicidad.
Me giré a verle tras su confesión. Sus ojos brillaban intensamente viendo el cielo y una sonrisa algo tímida se coló en sus labios. Su perfil iluminado tenuemente por la esacasa luz del cielo lo volvían un ser mucho más idílico de lo que podía apreciar en el día. Y si bien era muy guapo mientras la luz del sol le iluminaba, en la noche realmente parecía volverse una fantasía total.
—Me alegra saber que has sido muy feliz, pero no puedo imaginar que desaparecieras ahora...
Sabía que sus palabras no eran literales, pero pensar en ese río solo sin su guardián hacía que el corazón se me apretujara. Tal vez era algo tonto, pero en poco tiempo me había acostumbrado a su presencia y compañía. Nunca antes había estado tan cómoda con alguien y aunque pudiera parecer un poco loca... Quería seguir compartiendo mi tiempo con el de él.
—No te preocupes, solo era por decir. A tu lado es donde existe mi mayor felicidad ahora, así que permaneceré a tu lado todo el tiempo que se me permita.
Una de sus manos tomó suavemente una de las mías y nuestros dedos se entrelazaron en una mezcla de humedad y calor corporal. Se giró hacia mí y me dedicó una sonrisa que calmó un poco a mi corazón triste, y gracias a su acción pareció que el mundo se iluminaba nuevamente.
Puede que lo que estuviéramos teniendo fuera raro, incluso imposible tomando en cuenta muchos factores, pero intentaría disfrutar cada pequeño momento a su lado. Si era una fantasía al menos me aseguraría de aprovechar lo que se me disponía, por otro lado, si era tan real como sentía, daría todo de mí para que esa felicidad no se acabara.
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