Hoseok era el chico del río. Se la pasaba flotando por horas y horas, solo viendo como el tiempo transcurría a su alrededor... Entonces en una de esas ocasiones le encontré, y fue inevitable el no sentir curiosidad por alguien como él.
Pero había un...
Mi cabeza quedó en blanco luego de que le vi desvancerse cuando llegamos a la orilla del río. El caudal había aumentado al igual que mis lágrimas que no se querían detener por mucho que me aferrara a esa pequeña roca en forma de corazón.
No lo podía creer. Realmente me sentía perdida en el mundo.
¿Cuánto seguiría doliendo su ausencia? Había oído que el amor podía ir más allá de la muerte, pero él tan solo había desaparecido. No se podía llamar muerte como tal, incluso si dolía de la misma forma.
—Ojitos, si estás en alguna parte escuchándome, quiero que sepas que yo también te aprecio mucho. Siempre serás mi chico especial del río y vendré a arreglar este lugar por si vuelves a aparecer.
Y aunque no pude escuchar una respuesta de su parte, estaba segura de que si lo hubiese podido ver, una sonrisa en su rostro me hubiera hecho sentir más tranquila.
El resto del día me la pasé frente al río, esperando a que las horas pasaran y que mi mente se calmara un poco. Había sido la noche más preciosa de mi vida, pero luego de tantas emociones fuertes, sentía que no había descansado absolutamente nada. Era como si todos esos lindos momentos se hubiesen esfumado junto a él.
Cuando menos me di cuenta el día ya se había pasado por completo. Y yo solo había permanecido viendo el río, tal vez esperando a que apareciera.
Seguir adelante sin él iba a ser difícil y me iba a tomar mi tiempo para recuperarme. No es como si lo pudiera superar y olvidarlo como si no hubiese pasado nada entre nosotros. Todo iba a tomar su tiempo, así que iba a sentir mis emociones mientras quisieran surgir.
Me acerqué por última vez al río antes de marcharme, y aunque mi vista podía estar fallando tras haber llorado tanto, juré haber visto su reflejo en el agua. Probablemente lo seguiría viendo en ese medio por mucho que no quisera. Y puede que haya sentido que algo de tristeza me invadiría al recordarlo nuevamente, pero en su lugar sentí una tranquilidad que hizo que marcharme no se sintiera tan doloroso.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
