Hoseok era el chico del río. Se la pasaba flotando por horas y horas, solo viendo como el tiempo transcurría a su alrededor... Entonces en una de esas ocasiones le encontré, y fue inevitable el no sentir curiosidad por alguien como él.
Pero había un...
—Ay, de verdad me gustaría que pudieras salir. Hay muchas cosas que me gustaría enseñarte.
Me observó con una pequeña sonrisa que sin necesidad de palabras me decía: yo también quiero conocer lo que me quieres mostrar, pero es difícil.
Aproveché el silencio entre nosotros y me hice un coleta alta para que el pelo no me molestara en la cara. Desde que había llegado era el primer día en el que hacía más calor. No era sofocante o exagerado, pero la temperatura era perfecta para meterse al agua un rato.
Regresé mi vista hacia él pensando en si estaba siendo muy egoísta. Tan solo habían pasado un par de días desde que habíamos iniciado con... eso. Pero estaba muy ansiosa y quería hacer de todo con él.
Llevarlo a comer helado, comprarle ropa nueva, subirnos a carruseles, caminar por un parque, enseñarle mi hogar, dormir en mi cama con él a mi lado... En conclusión, cualquier panorama en el que estuviéramos juntos. Sabía que era mucho pedir, pero hace tanto que no me sentía en sintonía con alguien, me estaba ilusionando muy rápido, pero no lo podía evitar.
—¿Quieres un abrazo? —por su mirada dulce pude concluir que seguramente se había preocupado por lo que pasaba por mi mente.
No bastaron ni díez segundos cuando nuestros cuerpos se estaban fundiendo en ese gesto tan lindo.
De alguna forma me extrañó no estar mojada, entonces fue que me fijé en que su ropa estaba seca a pesar de que habíamos estado jugando con agua hace un rato. Yo ya me había cambiado la parte de arriba, así que era de esperarse que la blusa no estuviera mojada, pero de su parte siempre esperaba algo de humedad.
—¿Tu ropa ya se secó? ¿Tan rápido? —le pregunté confundida.
—Oh, no me había dado cuenta... Como siempre estoy entre humedad creo que mi piel ya se había acostumbrado y no diferencia bien cuando hay o no. También puedo controlar un poco la humedad en algunas ocasiones. Es algo raro.
—Vaya... No sabía eso.
—Se me había olvidado decirte. A veces soy un poquito olvidadizo.
Besé la punta de su nariz cuando una preciosa sonrisa se formó en su rostro.
Era tan bonito. Demasiado para mi corazón.
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