KENNETH & AMY [TERMINADA]

VII

Mini maratón.

2/2

*Importante*

Solo corregí una vez este capitulo así que si ven una falta de ortografía o algo fuera de lugar, les agradeceria mucho si me lo hacen saber.

Ahora si, disfruten su lectura.

AMY.

En este momento Kenneth y yo nos encontramos acostados en el jardín de la escuela, estábamos boca arriba y en silencio. Ya le había dado su tour por la escuela, no había mucho que mostrarle, así que decidimos acostarnos en el césped. La directora nos había dado el día libre, aunque, no podíamos salir de la academia. El día estaba nublado, parecía que más tarde iba a llover. Mierda, no traje sombrilla, de nuevo. Debería empezar a cargar una o iba a terminar con una neumonía por mojarme tanto. No faltaba mucho para la hora del almuerzo, así que estaremos aquí un rato más. No nos estábamos asoleando, así que no había mucho problema. Giré mi cabeza hacia la derecha para poder ver a Kenneth, se me dibujo una sonrisa de boca cerrada en cuanto lo vi. Tenia los ojos cerrados, su cabeza estaba recostada en sus brazos que descansaban detrás de ella, una de sus piernas estaba estirada y la otra estaba flexionada. Se veía tan sereno, sabia que no estaba durmiendo, solo estaba tranquilo. Su perfil era casi perfecto, su mandíbula estaba bien marcada y defininda, casi no se veía pero tenia un poco marcada su manzana de Adán.

-¿Qué es lo que más quieres en esta vida? - pregunté en casi un susurro.

Kenneth no dijo nada, pensé que se había quedado dormido, regresé mi mirada al cielo y empecé a repiquetear mis dedos en mi estomago. Pensé que mi pregunta se quedaría en el aire, pero no fue así. Kenneth suspiró y luego dijo de una manera muy tranquila:

-No lo sé - dirigí mi vista hacia él, de nuevo. No se molestó en abrir los ojos. Estaba sorprendida y curiosa, era la primera persona que me decía eso. Todos me daban una respuesta y siempre era la misma: dinero -. Me gustaría tener una casa en la playa, con vista al mar. Sé que no lo veré, pero, si lo escucharé y oleré. El mar en las mañanas tiene un sonido muy tranquilo, en las tardes es escandaloso y en las noches es sereno.

-Pero, ¿olerlo? - arrugué el cejo y la nariz -. El mar huele a pescado.

-Te equivocas - dijo con una sonrisa dejándome ver su perfecta dentadura -. Si le prestas más atención al olor, te darás cuenta que huele a rocas mojadas y a sal, no solo huele a pez.

-Cuando vaya a la playa, le prestaré más atención al olor del mar - dije -. Aunque, muy bonito eso de querer una casa en la playa. Todo el mundo dice que quiere dinero, autos de lujo, un armario envidiable, cosas así.

No dijo nada y solo asintió, mantener una conversación con él era un poco difícil, pero tampoco imposible. Nos volvimos a quedar en silencio, de vez en cuando lo miraba de reojo. En ningún momento abrió los ojos, pensé que se había quedado dormido, hasta que el timbre de la escuela sonó, ya era hora de almorzar.

-Tenemos que irnos - dije con sutileza. El no contestó -. Kenneth.

-Ya te escuché - murmuró. Abrió los ojos y expulsó aire de manera calmada. Este chico me da mucha paz -. Vamos.

Me levanté del césped y luego lo ayudé a ponerse de pie. Ambos nos sacudimos el trasero para quitarnos la tierra y pasto que teníamos en los pantalones. Cuando terminamos de sacudirnos, Keneth extendió su mano derecha y busco mi brazo, se lo acerqué y él enganchó su brazo al mio. Comenzamos a caminar hacia el edificio para ir a la cafetería, íbamos a un paso lento, no había prisa por llegar. Mientras caminábamos, venia pensando en el si para él seria cómodo sentarse con mis amigas y conmigo, o si quería sentarse en una mesa aparte. El pasillo ya no estaba muy lleno, había una que otra persona sacando sus cosas de su casillero, ya todos estaban en la cafetería o en el patio.