Amy Howkins.
Cuando abrí los ojos me encontré con el adormilado rostro de Kenneth. Se veía pasivo, calmado, relajado, a comparación de cómo se veía anoche. El brazo de Kenneth estaba abrazando mi cintura. Me acomodé mirando hacia el techo.
No sabía qué hora era y no importaba. Parecía ser temprano, no se escuchaba ruido en la casa.
—Hoy no iremos a clases — murmuró Kenneth, aún tenía los ojos cerrados —. Quiero estar contigo.
—Tú mismo me pediste que me alejara de ti — le recordé —. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
—Lo pensé, y no puedo estar lejos de ti — suspiró de forma dramática —. Eres la única persona que me causa seguridad. Solo contigo me siento seguro, sé que tú nunca me harías daño.
No supe que decir, mi mente se quedó en blanco. Simplemente lo miré y con la mirada recorrí su rostro. Aún con los ojos cerrados se veía hermoso. Aunque su mejilla y ojo están morados su piel aún se veía perfecta. Era como un muñeco de porcelana al que un niño chiquito lo pintó con sus plumones de colores.
Sentí como retiró su brazo de mi cintura y luego llevó su mano a mi rostro. Acarició mi mejilla y luego dejó su mano en ella. Abrió los ojos y estos le brillaban. De un momento a otro mi respiración se cortó. Llevé mi mano a su rostro y luego quité un mechón de cabello rebelde que caía por su frente. Dejé mi mano en su mandíbula, y con mi pulgar acaricié su delicada piel.
—Am — susurró.
Acerqué mi rostro al suyo hasta que nuestros labios se rozaran. Ambos lo queríamos, lo necesitábamos, corrijo, nos necesitábamos. Y así, sin más, sin esperar ni perder un segundo más, juntamos nuestros labios en un cálido beso. El calor subió a mis mejillas y los nervios recorrieron mi cuerpo cuando Kenneth bajó su mano a mi cintura. Perdí la noción del tiempo, no sabía cuánto llevábamos así, pero podía perder toda la mañana estando aquí.
Después de unos minutos, nos separamos para tomar aire y recuperar el aliento, recargando nuestras frentes. Cuando abrí los ojos miré a Kenneth; él aún mantenía sus ojos cerraos, sus mejillas estaban sonrojadas, sus labios permanecían ligeramente entreabiertos, su mano aún seguía en mi cintura; parecía cómodo.
—Perdóname — susurró. Lo miré, confundida —. Tú solo querías ayudar, querías saber que era lo que pasaba...
—No pasa nada, Kenneth — acurruqué mi rostro en su pecho —. Ya no me alejaré de ti, si es que tú quieres eso.
—No lo vuelvas a hacer — besó mi frente —. Ni porque te lo pida.
No dije nada más, con eso me quedaba claro que él no había pensado en lo que había dicho la última vez que nos vimos. Él no quería que me fuera, solamente trató de convencerse en qué era lo mejor para él.
La otra vez escuché por algún lado que entre más intentes alejarte de algo o alguien, tu interior te pide más de ese algo o persona. Y lo acabo de entender, ambos, porque si, ambos intentamos alejarnos y creer que era lo mejor pero mientras pasaban los días, las horas y los minutos, más nos extrañábamos. Nos necesitábamos.
Extrañábamos nuestras presencias, saber que ahí estábamos. Porque, ambos podemos estar sin hablar, sin decir ni una sola palabra, pero con el simple hecho de estar en la misma habitación nos causa seguridad y serenidad. Y si, solo nos alejamos por unas semanas, unos días, pero cuando realmente quieres a alguien por muy poco tiempo que estés sin esa persona lo empiezas a extrañar. No es fácil soltar a quien quieres, pero tampoco es imposible.
Al ver qué ninguno de los dos se movió ni dijimos nada más, entendí que no iríamos a clases. Cerré los ojos e inhalé el embriagante olor a colonia que usaba Kenneth. A los pocos minutos me quedé dormida.
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KENNETH & AMY [TERMINADA]
Teen FictionAmbos se conocerán de una manera muy poco convencional, Amy se dio cuenta que Kenneth siempre ha vivido en la oscuridad. Ella se encargará de enseñarle a vivir, que detrás de toda esa oscuridad hay una vida llena de luz y hay mucho que explorar.