XXIX

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Amy Howkins.

Benjamín y Mia me trajeron a casa a la mañana siguiente. Cuando entré a la casa dejé en el suelo a Néoba, salió corriendo. Fui a la cocina y vi que en la isla había una pequeña nota, era de mi madre, decía que hoy teníamos visitas en la noche.

¿No era más fácil dejarme un mensaje?

Tiré la nota a la basura y luego fui al refrigerador; saqué algo de comida que había y la jarra con jugo de naranja. Metí la comida al microondas y en lo que esta se calentaba me serví un poco de jugo.

Después de desayunar subí a mi habitación, me metí a dar un baño y luego me acosté en mi cama a ver una serie en mi computadora.

Estaba revisando mi celular cuando en eso la puerta se abrió bruscamente. Salté de la cama y vi a mi madre, su mirada me lo decía todo. Revisé la hora, eran las seis de la tarde.

—Ya voy, estoy lista en una hora — me levanté de la cama —. Una hora, lo prometo.

—Llegan a las ocho, quiero que estés lista antes de esa hora, Amelia Howkins.

Con eso salió cerrando la puerta. Fui a mi closet y me puse a buscar que ponerme. Un vestido rojo llamó mi atención, no recordaba tenerlo. Lo saqué y lo puse en mi cama, era sencillo, con tirantes, pero estaba bonito. Tomé unas zapatillas rojas que tenía en el olvido y las puse en el suelo.

Después de estar treinta minutos batallando con mi cabello, quedó lacio. Me hice un maquillaje natural. Me puse el vestido, un collar dorado que tenía sus aretes y pulsera. Miré el reloj, ya iban a dar las ocho. Me puse los tacones, me bañé en perfume y luego salí de mi habitación. Bajé las escaleras con un poco de trabajo, cuando llegué abajo escuché unas voces que venían de la sala.

—Amelia.

Dijo mi linda madre en cuanto entré a la sala. Me estaba degollando con su mirada.

Vi que había una familia sentada en la sala. Un señor de unos cuarenta años, venía con traje de color negro, su cabello negro y bien peinado, su cuerpo era delgado, pero bien formado. La señora que estaba a su lado era casi de la edad de mi madre, su cabello era rojo cobrizo (venía peinado en una coleta alta), tenía puesto un bonito vestido azul rey, su maquillaje era natural, era una señora atractiva. A lado de ella había un chico, delgado, parecía ser alto, cabello negro, no venía tan formal como sus padres; tenía puesto un pantalón de vestir negro, camisa blanca, un saco que hacía juego con su pantalón y unos mocasines negros. Esta familia se veía tan perfecta y atractiva que era raro.

—Buenas noches — dije con una sonrisa.

La señora se levantó y se acercó a mí. Me esforcé por no hacer una cara rara.

—Hola, hija — me abrazó la señora. Yo no supe como reaccionar —. Me alegra por fin conocerte, tu madre habla muy bien de ti.

—Por dios santo, madre suéltala — expulsó el chico —. La estás incomodando.

—Oh, lo siento, cariño — la señora me soltó —. Soy Crésida Bruce. Ellos son mi esposo, Oliver Bruce. Y mi hijo, Ethan Bruce.

Después de haber saludado a los Bruce, mi madre los invitó al comedor. Al parecer la señora es una vieja amiga que no conocía de mi madre.

Todos nos sentamos en el comedor, mi madre y su amiga quedaron frente a frente, el señor Bruce se sentó a la cabeza de la mesa. Me senté a un lado de mi madre, quedando frente a Ethan. Miré la silla que quedaba vacía, fruncí el ceño cuando vi que había un plato puesto en ese lugar. ¿Esperamos a alguien más?

KENNETH & AMY [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora