Nuestra Conexión Pt 2

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17 de marzo de 2005

Iba tarde a matemáticas y tenía una bronca atorada desde hace días por una pelea que había tenido con Celeste. Matemáticas era una de mis materias favoritas, se me daba bien, el profesor era un capo y... bueno, estaba la chilena habladora.

El primer día que llegó, llegó tarde y se sentó a mi lado. Trató de meterme conversación, pero como a mí me chupaba todo un huevo, no le presté mucha atención.

Iba medio tarde, pero medio que me daba ilusión ver a la chilena. No era mi amiga, pero lograba hacerme sentir bien con esa personalidad burbujeante que tenía. Llegué al salón y el profesor aún estaba ordenando sus cosas. Miré como que no quería la cosa hacia la primera hilera a mi derecha donde acostumbraba a sentarme y ahí estaba ella. Traía puesta una remera blanca y una campera de mezclilla encima, cuando me vio me saludó alegre y con energía. Traté de no sonreír cuando le dio unas tiernas palmaditas al asiento de al lado. Me puse nervioso ¿Por qué me estaba poniendo nervioso? Era un boludo. Me molesté un poco conmigo mismo y me senté. Sol movió un café y un muffin hacia mí. Lo miré dubitativo y le levanté una ceja interrogante.

– Desayuno – Respondió a mi interrogante. Sonrió mostrando los dientes. Sol, era una chica muy dulce al punto que me molestaba un poco lo alegre que se ponía conmigo. Resoplé y rodé los ojos.

– Gracias – Susurré calladamente. Yo era muy tímido y bajo perfil, ella era todo lo contrario. Si fuéramos estaciones del año yo sería un invierno frío o un otoño desaturado y ella sería la primavera más colorida.

En esa clase tuvimos que hacer una guía y, como había hecho en la ocasión anterior, me pidió ayuda. Me la pensé porque a ratos era medio dura, pero acepté.

– ¿Quieres compartir? – Me ofreció un auricular después de que le explicara cómo hacer y ya nos tocaba empezar a hacer la guía.

– No creo que tengamos los mismos gustos – Seguro que escuchaba el pop más pop que existe. No tengo nada en contra, pero no era lo mío.

– ¿Y eso qué tiene que ver? Entre no escuchar nada y escuchar música, aunque sea algo que no sea tu tipo no creo que haya mucho que perder. – Medio que me gustaba que me estuviera insistiendo. Me lo pensé un rato – Bueno, está bien. – Se resignó. No terminaba de pensar todavía y me quitó la invitación. No sé si era porque yo estaba muy atento a ella o la mina tenía alta sordera porque escuché la música de los auriculares cuando se los puso y reconocí la canción que se había puesto.

"La vida es una cascada, somos uno en el río y uno otra vez luego de la caída. Nadamos a través del vacío nos perdemos a nosotros mismos, pero lo encontramos todo"

Le quité un auricular, primero, porque era un temazo, segundo, porque era gracioso y tercero, porque una parte de mí quería compartir algo con ella.

– ¡Oye! – Se quejó y me hizo una mueca. Era como ver un gatito enojado, la cosa más tierna que había visto en mi vida.

– Esta si me gusta – Le expliqué con una sonrisa.

– Bueno, pero se dice permiso... y por favor – Se cambió de lado el auricular y muy imperceptiblemente se acercó a mí. Tragué saliva.

– Pero si ya me lo habías ofrecido ¿qué decís? – Le pregunté haciéndome el desentendido.

– Pero me dijiste que no, lo que te quita el ofrecimiento. – Trató de ocultar una sonrisa. Estaba feliz con mi intromisión. ¿Por qué eso me ponía feliz a mí?

Nunca es tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora