El Encuentro

944 127 3
                                        

3 de marzo de 2005

Me levanté rápido y me vestí a la velocidad de la luz. Me había quedado dormida, en mi primer día de clases, llegaba tarde. Maldita sea. Mientras saltaba en un pie tratando de hacer equilibrio poniéndome una calceta me resbalé y caí, por suerte, en la cama. Esto es lo que me sacaba por quedarme viendo películas hasta las tres de la mañana. La suerte que tenía de que mi universidad quedaba a veinte minutos del departamento que alquilaba, era incomparable. Agradecí a mi mamá por aconsejarme sobre el departamento antes de elegirlo.

Corrí por los pasillos y tuve la bendita suerte de que en la sala que me tocaba, la puerta estaba abierta por lo que aún estaba a tiempo de entrar.

Con disimulo entré mientras el profesor estaba de espaldas y me senté en la fila de atrás.

– A ver chicos, como hoy nos vamos a presentar por qué no empezamos por la señorita del fondo que acaba de llegar tarde. – Gran disimulo para entrar, me dije. – Póngase de pie y díganos, cómo se llama, cuántos años tiene, qué carrera estudia y por qué la eligió. – De reojo vi que había un chico sentado a mi lado y que negaba con la cabeza.

– Hola – Empecé a decir y vi que todo el salón estaba mirándome. Me sentía como Dory de Buscando a Nemo. "Hola, soy Dory y bueno pues... Yo nunca he comido un pez" – Me llamo Sol, tengo dieciocho, soy de psicología y elegí la carrera porque quiero ayudar a la gente. – Esa era la mejor respuesta que tenía.

– Sol, tenés un acento, no sos de acá me imagino. – Me dijo el profesor.

– No, yo no soy de Argentina, soy de Chile. – Al frente se escuchaban los murmullos de algunos compañeros y los abucheos de otros. Rodé los ojos, no es como que esperaba algo distinto.

– Contános Sol, ¿por qué viniste acá a estudiar? – Perfecto, tenía que seguir hablando.

– Bueno, eso es fácil, porque el sistema educativo de Chile es pésimo y, además, elitista. La buena educación en Chile es para el rico y el pobre se queda con la mala educación o sin ella de lleno. Argentina tiene mejores oportunidades y calidad en el área educativa. Y además tengo familia aquí. – El profesor asintió con la cabeza y siguió preguntándole a otros compañeros. Me quedé escuchando hasta que llegó al chico que estaba sentado a mi lado.

– Yo me llamo León, tengo diecinueve años y estudio pedagogía en inglés porque se me da bien. – Encogió los hombros con desinterés. León tenía una voz ronca, la piel color canela y tenía el pelo negro con rizos no muy largo. Tenía un aire a un actor, pero no podía recordar cuál. Tenía cara de pocos amigos como si el resto no le importase. Traía puesta una polera del disco master of puppets de metallica y jugaba con el lápiz entre los dedos.

El profesor había dado una actividad y yo que era malísima para las matemáticas me volteé y le pedí ayuda.

– Hola – Le dije con una sonrisa. Me miró serio – Me va mal en matemáticas ¿me ayudas? – Estaba segura que me iba a decir que no, pero menos mal fue educado y me dijo que sí. – ¿En serio estudias para ser profe de inglés? – Dije tratando de hacer conversación, pero él sólo asintió con la cabeza. – ¿y te gusta? – Encogió los hombros. Era muy callado y a mí que me encantaba hablar, me estaba aburriendo. Era lindo pero bastante antipático.

Teníamos clase juntos todos los jueves en matemáticas. La siguiente clase llegué a sentarme a su lado y le entregué una medialuna extra que compré. Me miró con curiosidad e incredulidad.

– ¿Y esto? – Me preguntó serio, bueno, casi. Un fantasma de sonrisa se asomaba por una de sus comisuras.

– No me digas que no te gustan – Paniqueé un segundo.

Nunca es tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora