Mi secreto

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25 de febrero de 2015

Me limpié la boca, mientras boqueaba por aire sentada frente al inodoro. Era la quinta vez que vomitaba en el día. Me había estado sintiendo mal días atrás, pero no había llegado al punto de vomitar. Estaba segura de que me había intoxicado con algo que había comido la noche anterior. Acababa de llegar a Barcelona y ya había caído enferma. Siempre me pasaban a mí cosas así. Ese mismo día fui al servicio de urgencias.

Me senté a esperar a que me llamaran. A mi alrededor había bastante gente y me temí por un momento que no me llamarían jamás. Entró de pronto una persona a la sala de espera dejando entrar el aire de afuera junto con un fuerte olor a comida Thai de un restaurante de por ahí. Sentí cómo se abría mi tracto digestivo y corrí al basurero más cercano. Luego de eso no demoraron en llamarme. Me tomaron la temperatura, la presión y llenaron un formulario con mi información personal médica antes de que me recibiera un doctor.

– Hola señorita – Dijo sonriente el médico y yo sonreí lo mejor que pude en respuesta. Me sentía fatal. Él tenía en la mano el formulario que llenaron. – Así que está vomitando bastante. – Asentí con la cabeza – ¿Algún otro síntoma?

– Me he estado sintiendo débil, pero no he tenido fiebre. Dolor de cabeza sí he tenido. Hoy he sentido muchos mareos, muchas náuseas y me he vomitado la vida – Expliqué cansada. Quería que me dieran algo y dejar de vomitar de una vez.

– ¿Diarrea? – Negué con la cabeza – ¿Cuándo fue tu último período?

– Soy irregular, a veces me viene y a veces no. – Expliqué. Llevaba años sin poder controlar la regularidad de mi período. Pastillas, inyecciones, parches, anillo, implante anticonceptivo. Nada funcionó.

– ¿Cuándo fue la última vez que tuviste relaciones sexuales? – Preguntó con seriedad, pero amable.

– Diciembre del año pasado – Respondí cooperativa – pero es imposible que esté embarazada, tengo el implante. – indiqué mi brazo

– Improbable, tal vez, imposible, jamás. Todos los métodos anticonceptivos pueden fallar. ¿Usaste protección? – Negué con la cabeza. – Entonces es probable, ha pasado tiempo desde que tuviste relaciones por lo que es posible que podamos ver el saco con una ecografía, así que vamos a hacerte una para descartar, aprovechando que ya estás aquí. – Fuimos a otro lugar dentro del hospital para hacer la ecografía. Caminé en silencio, rogando al cielo no estar embarazada, no podía estar embarazada de León. No podía. Era imposible. ¿Qué iba a hacer? Sin él... ¿Qué haría yo con un bebé, sola? Llegamos a la sala, me preparé y esperé hasta que el médico puso el frío gel en mi piel. – Ahí está. El saco gestacional ¿Ves ese círculo pequeño adentro? Ese es tu bebé. Enhorabuena, mamá, tienes al menos unas diez o doce semanas. – Lloré, como nunca había llorado. Lloré la vida. ¿Qué iba a hacer con un bebé yo sola? – Bueno, tienes que hacerte algunos exámenes para asegurarnos de que todo esté bien. Te derivaré con un obstetra que se encargará de tu embarazo de ahora en adelante. – Me fui de urgencias después de que me quitaran el implante anticonceptivo, que de anticonceptivo no tenía una mierda. No sabía qué haría, estaba sola.

Llegué a casa y me senté frente al televisor. Solo quería hablar con una persona, tal y como cuando recién llegué a España. León era el único con quien podía hablar cuando me sentía mal, él era mi pilar. Así que, como forma de terapia hablaba con una cámara fingiendo que era él.

Después de desahogarme y llorar frente a una cámara llamé a mi hermana.

– Hola Sol ¿cómo estas hermanita? ¿Cómo te fue en urgencias? ¿Te dieron algo para la intoxicación? – Su preocupación me hizo sollozar – ¿Qué pasó? ¿Qué era? ¿SOL?

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