Consecuencias Pt 2

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Al día siguiente estaba decidido a enmendar las cosas. Llegué más temprano a la universidad para comprar algo dulce y un café, quería hacer por ella lo que ella había hecho por mí. Así que, cuando los compré fui al salón y la esperé paciente.

El profesor no llegaba, Sol tampoco. Empecé a impacientarme hasta que la vi. Entró con su pelo ondulado suelto, llevaba unos jeans y un buzo negro enorme encima. Pensé que se veía muy tierna, tan pequeña y delicada. Tenía la mirada cansada, yo sabía bien que había estado llorando. Le sonreí cuando me miró. Siguió de largo, me había rechazado. Bajó y se sentó al lado del mono de Rusia. Hablaron toda la clase y yo, que los estaba viendo no podía pensar bien por los celos. La estaba viendo reír, sonreír con ese pelotudo y lo quise moler a golpes.

Toda la universidad sabía que él se hacía el buenito, el buena onda, el inocente para después jugar con las minas. Y ahora estaba con Sol, mi Sol, intentando hacerla una víctima más. Estaba empezando a enojarme, no paraba de mirarlos y no quería hacerlo porque no debería haberme importado. Qué bronca que tenía, la puta madre.

Sol me gustaba y sentía que yo le había gustado también, pero la había cagado tan fuerte que la había perdido y no podía quejarme si le gustaba alguien más.

La clase terminó y quise hablarle, pero su amiga Alison se la llevó lo más rápido que pudo.

Los siguientes días fueron una tortura, si me la encontraba me ignoraba o me miraba con mala cara. Pasaba más tiempo con el pelotudo y a mí me ardía todo de la bronca que le tenía al chabón ese. Cuando no aguanté más, fui a enfrentarla.

Me apoyé frente al salón donde tenía clase para esperarla. La vi salir, llevaba una camisa roja a cuadros sobre una remera blanca con unos jeans apretados que hacían que se le marcaran los muslos. Estaba preciosa. Me puse derecho y decidido caminé hacia ella.

– ¿Podemos hablar? – Estaba nervioso, me dolía la panza y su desinterés me dolió, pero no me rechazó

– Obvio, tengo que comprar algo así que, si quieres me acompañas. – Dijo con mala cara, tratando de fingir que estaba todo bien. Iba a decirle que no, con la bronca que le llevaba por Milo quería decirle que bien podía irse a la mierda, pero no era eso lo que sentía de verdad. A mí lo que me daba rabia era no tenerla, que no fuera mía y estarla perdiendo por un pelotudo. Dos, en realidad: él y yo.

– Bueno. – Respondí. Caminamos en silencio por el pasillo hasta la salida y de ahí, hasta donde se puso a comprar cosas para comer – ¿Seguimos siendo amigos vos y yo? – Le dije sin poder aguantar la incertidumbre y enfrentándola

– Obvio – No me miró y contó su plata como si no le importara

– ¿A vos te parece? Porque yo a mis amigos no los ignoro – Le respondí tratando de obtener una reacción

– ¿Ah no? porque antes del numerito de Celeste a mí me ignoraste re bien. – Escupió con rabia y luego de tomar sus cosas, caminó con brusquedad a la facultad – Estaba solucionando cosas, quería tener la cabeza clara, Sol. – Le expliqué y caminé detrás de ella que había levantado rapidez.

– Claro, yo también. Además, no te ignoro – Me respondió

– ¿Ah no? No me respondés nada, ni siquiera me saludás fuera de clase ya y además te fuiste a sentar con ese pibe en Matemáticas, ya ni la única clase que compartimos la compartís conmigo. – puta madre ya me estaba pareciendo a Celeste, es que Sol me volvía loco y no la entendía. – Estás todo el día con ese chabón. – Añadí

– Bueno, es buena persona y me cae bien ¿qué tiene de malo? – Sentía que ella tenía bronca como yo. No sabía por qué, pero me gustaba saber que le afectaba. Entramos a la facultad, a esa hora no había mucha gente, casi todos comían afuera. Yo no quería comer, quería solucionar las cosas con Sol y ahí estaba ella hablándome de lo "bueno" que era el mono que acababa de conocer

Nunca es tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora