Sigo mi día con naturalidad, llamo a algunos docentes de jefatura para tener un poco de insight con respecto a sus alumnos. El más importante, Daniel, el profesor de música. Otro docente de una asignatura que no acostumbra tener jefaturas. Es el más importante porque es el profesor de jefatura del curso de Daniela, la chica de ayer.
– Hola Dani, ¿cómo va? – Me relajo en su presencia, nos conocimos la primera vez que trabajé aquí con León. En ese entonces él era más infantil, tremendamente coqueto y se llevaba pésimo con León, porque los rumores decían que se sentía atraído hacia mí, aunque la verdad es que a él le gustaban todas, no solo yo. Antes tenía el pelo muy corto casi raso, ahora lo tiene más largo, lo suficiente como que le caigan algunos mechones en la frente. Además, se dejó crecer una barba corta, tiene un aire a Steve Rogers en endgame, si Steve Rogers tuviera ojos negros y grandes.
– Estaba esperando que me llamaras, habías llamado a varios profesores y a mí todavía no, me empezaba a sentir ofendido contigo. – Bromea y yo ruedo los ojos en respuesta.
– Necesito que me hables un poco de tus impresiones con los alumnos de tu jefatura. Voy a ir nombre a nombre y tú me dices más o menos si los recuerdas y que impresiones te dan. Lo necesito para hacerme una idea más o menos de algunas cosas en conjunto con los informes que dejó Marcela. – Asiente con la cabeza. – ¿quieres un café? Son varios alumnos – Compré una cafetera esta semana para no tener que ir al salón de profesores, porque soy una cobarde.
– Uh, sí, porfa. – Le preparo el café y empezamos a hablar de algunos de sus alumnos. Parece haber madurado porque en el momento que empezamos a hablar de trabajo cambió por completo su semblante. Dejo a Daniela de última para preguntar.
– ¿Qué piensas de Daniela? – Llego a lo que me preocupa.
– Ah, mi tocaya. – Sonríe con ternura – Mi favorita. Es una chica muy talentosa, le gusta cantar y es muy artística. Tiene una vida bastante difícil en casa, sus padres son de mucha plata y rara vez le ponen atención, tienen una relación muy disfuncional. – Tensa la mandíbula muy disimuladamente – He visto a su mamá un par de veces, es sobreprotectora y se inventa cualquier excusa para hacer que Daniela la necesite. Daniela es una niña muy insegura y sensible. Estoy seguro que eso es porque su papá es explosivo y su mamá se encarga de decirle que no puede hacer nada sola. – Eso explica muchas cosas.
– Entiendo ¿Eres muy cercano con ella? – Se encoge de hombros con desinterés.
– Lo que un profesor tiene ser con una alumna supongo – Responde enarcando las cejas.
– Muy bien, no queremos que una chica menor de edad confunda las cosas y termines acusado de algo perjudicial por su madre codependiente. No queremos escándalos y sé que tú eres un buen tipo así que no lo arruines. – Se nota sorprendido y hasta un poco shockeado por lo que digo, parece que jamás consideró que su cercanía podría malinterpretarse, pero termina por aceptar lo que digo. – Bueno, eso es todo, gracias.
– Genial... oye – Oh no – Estás muy bonita
– Gracias – Sonrío educada
– Te queda el rubio – Entrecierro los ojos. ¿Hacía dónde quiere llegar?
– Gracias. – respondo con un deje de sospecha.
– ¿Estás soltera? – Ahí va... lo sabía. Ruedo los ojos y suspiro.
– Terminamos aquí, Daniel. Gracias. – Me río ligeramente.
– No me respondiste. – Dice con una sonrisa socarrona.
– Estoy soltera y no estoy interesada. – Respondo con seriedad, pero divertida.
– Epa, si no lo decía por mí. Me enteré que sales con León hoy. – Pero qué vieja chismosa.

ESTÁS LEYENDO
Nunca es tarde
Romans"Sé que soy culpable del tiempo perdido y que mi promesa se fue con una canción al montarme en ese avión y hoy vuelvo a encontrarte..." Morat A veces el amor no es suficiente. A veces no es ni el momento ni el lugar, pero sí es la persona. Se dice q...