CAPÍTULO 32 "PRUEBA ME"

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-MAMA – grito con fuerza

-CORRE ANAITA NO TE DETENGAS ESTOY DETRÁS DE TI – grito ella

Hago caso y corro por aquellas calles sucias y malolientes, mis rodillas me duelen por los raspones y golpes al igual que mis brazos. Mi oído, zumba y siento como si me hubieran echado agua a un lado de la cabeza, pero en realidad es sangre.

Caigo una vez más y lloro con mayor fuerza, unos brazos delgados me levantan del pavimento y me acurruca en su pecho mientras corre.

Siento su corazón latir con fuerza, su respiración agitada y el sollozo.

Llegamos a un callejón sin salida, mi madre busca un lugar para ocultarnos y hay en una esquina hay unos baldes con olor a alcohol.

-Mami – digo sin aliento

Ella me mete en uno y me sonríe aun con sus gruesas lagrimas recorriendo su rostro.

-Has silencio mi vida, todo va a estar bien – coge la tapa con sus manos temblorosas – prométeme que vivirás con todas tus fuerzas mi pequeña, vas a ser una gran mujer nunca lo olvides – me da un abrazo – no dejes a tu padre y hermanos, esta para ellos debes apoyarlos.

Asiento, a mis diez años entendía que esto podría ser una despedida, el ultimo abrazo de mi madre, sus últimas palabras y sus últimas caricias.

Sabía que esos hombres malos vendrían por nosotras, derribaron la camioneta y los guardaespaldas dieron todo por darnos la huida. Aun así, solo quedábamos nosotras dos.

-no me dejes mami – digo y ella niega

-nunca mi vida, siempre estaré aquí aun si no ve mes siempre estaré a tu lado – se separa de mi cuando se escuchan los ladridos y pisadas – adiós mi Ángel, te amo, a tu padre y a tus hermanos.

-mami – digo viendo como me cubre con la tapa, la veo por última vez con una sonrisa y un pequeño te amo que es lo más grande.

Escucho como mama se empieza a alejar, por una fisura veo como los sujetos malos la siguen. Sé que los distrae para que pueda salir yo, pero y ella.

Pasan las horas y hago caso como siempre, me mantengo en silencio sin mover un musculo aun con el dolor. Cuando siento que me empiezo a desvanecer escucho los gritos desesperados.

-CARMELA, ANAITA – la voz de mi abuelo llega como un grito de gloria

Como puedo empiezo a moverme provocando que el balde caiga, empujo la tapa y cuando logro salir respiro, miro a todos los lados y en cuanto vuelvo a escuchar gritos llamando; salgo a correr.

Corro sin la certeza que sea real, que sea mi imaginación, pero con las esperanzas en alto.

Cuando volteo en una esquina veo el movimiento que me da un poco de paz; las camionetas negras, los hombres distribuidos con armas, mis abuelos, hermanos y padre gritando desesperados.

Las lágrimas vuelven a salir y corro como puedo.

-PAPI – grito llamando la atención- PAPI.

Mi padre se voltea buscando el llamado y cuando logra ubicarme se acerca lo más rápido. Me abraza con fuerza, lloro en sus brazos, siento a mis hermanos abrazándome como si fuera a desaparecer si me soltaran.

CAUTELOSOS [ En Edición ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora