La familia de Arnulfo llegó al hospital, horas más tarde ya que vivían retirados del nosocomio. Farah se encaminó con rapidez, para poder estar con él, unos minutos.
Inhaló profundo, sintiendo su corazón hinchado por la felicidad y la emoción de volver a ver al amor de su vida. Sus delicados dedos, presionaban con fuerza la manija de la puerta. Tardó en girarla unos segundos, debido a que sus ojos se desbordaban de gruesas lágrimas y no deseaba que la viera de esa forma, limpió con el dorso de su mano su rostro e ingresó.
Aquella hermosa mujer de mirada melancólica ladeó su cara, observándolo dormir de forma apacible. Su corazón dio un pinchazo de sufrimiento, al percibir su rostro inflamado, debido a los fuertes golpes que había recibido. Mientras se acercó con sigilo; sus ojos fueron registrando los nudillos de sus manos laceradas, de forma notoria, además de estar hinchadas. Sus fuertes y musculosos brazos tenían grandes marcas de los golpes que recibió. Aquella dulce mirada, se llenó de horror, al saber que por su causa, su prometido, se encontraba bajo esas circunstancias.
Farah se dirigió hacia el ventanal de aquella habitación, colocó una de sus manos sobre sus labios, para evitar sollozar, ante la consternación que le causaba verlo así.
—Esperaba por ti.
La voz de Arnulfo, la hizo girar para encontrarse con él.
—Yo... lo lamento tanto —Farah pronunció bajito.
Él le dedicó una ligera sonrisa, estiró su brazo, buscando hacer contacto con su delicada piel.
—Te extrañé tanto —Farah confesó con la voz fragmentada, mientras se acercaba.
—No desistí ni un momento, solo por volver a ver tus hermosos ojos— Ladeó sus labios sonriendo despacio.
Al momento que Farah hizo contacto con la mano de Arnulfo, grandes descargas corrieron por el cuerpo de ambos, con frenesí, los dos sonrieron ante aquella agradable sensación.
—Sé que no soy el galán, al que estás acostumbrada ver, pero en un par de semanas volveré a la normalidad, podré abrir sin problema el ojo. —Señaló el párpado que tenía cerrado por completo, debido a la inflamación y lo amoratado.
—Eso es lo de menos, saber que estas con vida y a mi lado, es lo único que me importa —confesó con emoción—. Desee tanto que esta pesadilla se acabara.
—También yo —Arnulfo confesó con la voz enronquecida—, estoy con vida, gracias a Dalil —refirió—. Debemos protegerlo, para que no lo vayan a detener —externó.
—No te preocupes, Dalil está dispuesto a pagar las consecuencias de sus acciones —Farah explicó.
—Las va a pagar, pero no preso— Se quedó pensativo unos segundos—tengo planes para él —dijo con un poco de entusiasmo.
Minutos después Farah, dejó libre a su esposo para que su familia pudiera entrar a visitarlo, en especial su madre Doña Ofelia, quien vivió días de grande angustia y zozobra.
Aquella mujer entró con una gran sonrisa, al observar a su hijo recostado en aquella cama.
—Bienvenida —Arnulfo externó con cariño.
—Hay mijo, me alegra tanto que te encuentres... con vida. —Inhaló profundo.
—A mí también me alegra estar de vuelta y volver a verte... mamá —la voz de Arnulfo se desestabilizó.
—Me da alivio que el hombre que te secuestró ya no pueda volver a acercarse ni a Farah, ni a ti. —Acarició con cariño su cabello.
En ese momento su mirada se desvió.
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Las Protegidas.
ActionEsta historia pertenece a la segunda serie: De Romance y Protección. Después de vencer las adversidades por las que tuvieron que pasar Eduardo y Dariana, (La Protegida), creían que sus vidas personales estaban en el mejor momento de su existencia...