Una semana después.
Eduardo se encontraba deshecho, en aquella pequeña celda, golpeó con frustración un par de veces el muro, al tiempo que su barbilla temblaba, entonces escuchó el eco de las fuertes pisadas, de alguien acercarse, por lo que enseguida se giró para ver de quien se trataba.
Aquel hombre lo miró a los ojos atento.
—Vengo a decirte que tu equipo fue absuelto —expresó—, parece que la culpa ha recaído en Giovani Castaldo y en ti —refirió—, por lo que ustedes van a ser trasladados al reclusorio en poco tiempo —dijo alzando la voz, disfrutando del momento.
Eduardo elevó el mentón y lo miró con frialdad.
—Espero que disfrutes el poco tiempo que estarás como comandante en jefe de la unidad —expresó inhalando agitado.
El hombre ladeó los labios bufando.
—Y yo deseo que goces tu estadía tras las rejas —se mofó.
—Ya lo veremos. —Eduardo lo miró con desprecio.
Después de que ese hombre salió, momentos antes de que Alessandro fuera liberado y con ayuda de un agente de la unidad, amigo de ellos, logró reunirse con su hermano del alma.
Fijó su mirada en los ojos color chocolate de quien consideraba como un hermano. Pasó saliva con dificultad al dolerle que ellos estaban por salir y Eduardo y Gio se quedarán pagando por algo que no cometieron.
—Estamos por salir del lugar —mencionó con tristeza.
Eduardo se acercó a él y sujetó la mano de Ale, quien la tenía en uno de los barrotes de la pequeña celda.
—Confío en ustedes —expresó correspondiendo a aquella mirada.
Ale resopló sintiendo gran frustración.
—No te fallaremos —respondió con seguridad.
—Ten mucho cuidado, por la manera en la que nos han tenido incomunicados, estoy seguro que el nuevo comandante, también está coludido —aseguró Eduardo.
—Es una fortuna que exista gente que nos aprecia aquí, de lo contrario no tendríamos ninguna forma de saber del exterior. —Presionó sus puños al saber por lo que pasaban Eduardo y Dariana—. Sarah y mi hijo, ya se encuentran fuera del radar, podré concentrarme en todo lo convenido y en... dar con el paradero de tu pequeña, te doy mi palabra.
El corazón de Eduardo se agitó, no pudo contener las gruesas lágrimas que su cristalina mirada guardaba.
—Muchas gracias, por todo. Eres un gran hermano para mí. No sé qué haría si no contara con el apoyo del equipo —señaló.
—Ustedes siempre nos han apoyado, cada uno de ellos tiene algo que agradecerles, por lo que se han ganado nuestra lealtad y nuestro cariño, hermano. —Ale ingresó su mano a través de los barrotes y estrechó con firmeza la de Eduardo.
El ex agente De Boer correspondió a ese firme apretón, para luego observarlo retirarse y confiar en que las cosas cambiarían de un momento a otro.
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Por la madrugada.
Dalil luego de dar un par de vueltas por las calles de la ciudad en su vehículo, buscó como perder a un par de autos que notó que lo seguían. Recordó que en días atrás hizo lo mismo para ayudar a Dariana y ahora que estaba apoyándolos tenía que ser muy cuidadoso.
Luego de proseguir, aprovechó que una camioneta se atravesó en el camino de los sospechosos, haciendo que aquel vehículo se detuviera, por unos minutos, cosa que utilizó a su favor para estacionarse y subirse a otro auto que ya lo esperaba.
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Las Protegidas.
ActionEsta historia pertenece a la segunda serie: De Romance y Protección. Después de vencer las adversidades por las que tuvieron que pasar Eduardo y Dariana, (La Protegida), creían que sus vidas personales estaban en el mejor momento de su existencia...