8. Verdades que duelen

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Días después.

Dariana estaba sentada en la cama hospitalaria, preparándose para descender y sentarse en la silla de ruedas. Eduardo la tomó por el otro de sus brazos con delicadeza para sostenerla.

—Estoy bien —la joven pronunció mirándolo a los ojos.

Eduardo sonrió con ternura, sintiéndose aliviado al saber que estaban por retirarse del hospital. Después de haber firmado el alta se dirigió a la habitación para apoyar a su esposa.

Mientras Eduardo llevaba aquella silla de ruedas, por los pasillos del hospital Dariana, llamó a su esposo.

—Deseo ver a mi papá, antes de salir de aquí —solicitó.

Eduardo sonrió al escucharla, estaba casi seguro que se lo pediría, por lo que prosiguió hacia el ascensor para moverse de piso y llegar a la habitación donde se recuperaba Arnulfo. Tocó a la puerta, momentos después Farah abrió. Sonrió al observar al joven matrimonio.

—Pasen por favor, Arnulfo a estado preguntando por su hija— Inclinó su rostro observándola sentada en aquella silla de ruedas.

—Me alegra mucho verte, hija —Arnulfo pronunció con un brillo especial, al girar de manera ligera su rostro y hacer contacto visual con ambos.

Dariana sintió una punzada en su pecho al volver a verlo herido, pero en el fondo agradeció de que se encontrara con vida y que sus heridas sanarían y él podría recuperar su vida, sin complicaciones.

—También me alegra estar aquí —Dary, externó con emoción—, necesitaba tanto poder verte y saber que estás fuera de peligro.

—No tengo como agradecerles lo que hicieron por mí —Arnulfo manifestó con la voz aún débil.

—No te esfuerce —Eduardo sugirió—, ya tendremos tiempo de poder charlar, ahora lo importante es que te recuperes —puntualizó.

—Con los cuidados de mi familia, sanaré pronto— Miró con su ojo sano a su prometida y ladeó sus labios.

—De eso no habrá ninguna duda, cuidaré de ti con todo el amor del mundo— Farah se acercó a él y depositó un dulce beso sobre sus labios.

— ¿Saben ya que fue lo que ocurrió con los chalecos antibalas? ¿No comprendo porque traspasaron a los agentes? —Arnulfo indagó.

—No estamos para hablar de trabajo, deseamos sabes que te estás recuperando, papá —Dary mencionó con cariño.

—Lo sé mi vida, pero si algo te hubiera pasado, no me lo habría perdonado —pronunció pausado—, tenemos agentes heridos de gravedad, debido a lo mismo —expresó con preocupación.

—Uno de los agentes se dejó comprar y cambió algunos chalecos —Eduardo explicó—, ya está detenido y fue puesto a disposición, espero que al saber esto descanses y te dediques por completo a tu recuperación—solicitó Eduardo.

—Ya no preguntaré más, me alegra que este detenido el desertor—Arnulfo dijo, inhalando profundo.

—Descansa papá, en un par de días nos vemos, aun debo guardar reposo, en cuanto te den de alta, te visitaremos— Dary agitó su mano para despedirse—. Te amo — pronunció antes de retirarse con Eduardo.

 Te amo — pronunció antes de retirarse con Eduardo

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