29. Descubierta

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Ámsterdam

Haidar se encontraba verificando el sistema de seguridad que había solicitado reforzar, sabía que no podía descuidar ningún punto, ni ser sorprendido, como lo hicieron cuando rescataron a Arnulfo.

Desde el escritorio donde tenía el ordenador, revisó cada punto de su casa, que se quedara sin cámaras. Momentos después uno de sus hombres, que regresó de viaje, ingresó.

—¿Cómo está Liselotte y la niña? —indagó.

El hombre pasó saliva con dificultad.

—Está desaparecida —refirió, desde antier sus padres no saben nada de ella, ni de la mocosa —expresó—, dijeron que regresaron de una cena y ellas ya no estaban

Los ojos de Haidar se desorbitaron, al tiempo que la vena de su cuello se le marcó.

— ¡No puede ser! —exclamó enfurecido. Se acercó hacia su escritorio y comenzó a lanzar todo lo que había a su paso. — ¡Fueron ellos! —gritó—. Se están acercando —inquirió enardecido.

—También estoy seguro que ellos fueron —refirió pasando saliva con dificultad.

—Encuentralos —gruñó—, busca también a Liselotte —ordenó.

—Así lo haré —mencionó y salió de ahí.

***

Dos semanas después.

Después de desayunar todos juntos, doña Sophía solicitó hablar con Arnulfo, lo dirigió hacia su despacho, luego de que tomaron asiento, ordenó que les llevaran café.

Los ojos color chocolate de la mujer denotaban una gran aflicción.

—¿Qué te ocurre? —Arnulfo cuestionó sin dejar de verla a los ojos.

Doña Sophía liberó un par de lágrimas, tomó un pañuelo desechable y limpió su rostro.

—Necesito pedirte un favor —refirió—. Mientras no se resuelva lo de Dary, que se quede entre nosotros —solicitó.

Arnulfo arrugó la frente y la miró atento.

—Dime ¿En qué te puedo ayudar? —indagó.

Doña Sophía se aclaró la garganta para hablar.

—Se trata de la hija de... mi prometido —mencionó con la mirada cristalina—. Es una joven muy linda y agradable —señaló y le mostró una fotografía de la chica.

Arnulfo se aclaró la garganta.

—Me alegra mucho, que por fin me lo contaras. —Ladeó su rostro y sonrió al observarla ruborizarse.

—No podía quedarme guardándole luto a un hombre que traicionó y me engañó durante muchos años —indicó y luego lo miró a los ojos atenta. —¿Ya lo sabías? —indagó.

Arnulfo ladeó los labios.

—Me enteré por casualidad —respondió y tomó una galleta—. Coincidí con él en un evento de la fundación de Farah —dijo—, hizo un gran donativo, además que Farah es una gran conversador por lo que se le salió hablar de la relación que tiene contigo —explicó.

—Vaya que en tu medio es imposible ocultarte nada —asintió y luego su mirada se volvió a cristalizar.

Arnulfo se aclaró la garganta.

—Dime por favor. ¿Qué ocurre? —solicitó.

Sophía exhaló con tristeza.

—Como te decía se trata de la hija de José Pablo, mi prometido. Desapareció hace tres meses y no sabemos nada de ella —explicó—. No han solicitado ninguna clase de rescate, ni tampoco se han comunicado, es como si se la tragara la tierra —lamentó.

Las Protegidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora