Dariana dormía profundo entre las blancas sábanas de la cama hospitalaria donde permanecían, esperando ser dada de alta del hospital. Luego de haber estado cuidando a la pequeña, el cansancio la venció. Eduardo por su parte trabajaba en su Tablet. Durante varias ocasiones, se dirigió hacia el cunero donde su criatura descansaba, para constatar que respirara. Acarició con gran delicadeza su suave mejilla, sintiendo un profundo amor hacia ella.
Luego de eso se acercó para servirse café y continuar detallando parte del plan que estaban desarrollando. Minutos después escuchó que tocaron con suavidad la puerta por lo que se puso de pie y abrió. Sonrió con alegría al observar llegar a Ana y Lisselote.
—Buenas noches —susurró Ana.
—Hola, mamá— Eduardo se acercó y la abrazó con ternura.
— ¿Cómo están? —Ana cuestionó mientras se adentraba a la habitación.
—Ambas hermosas —él respondió con un brillo especial en su mirada.
Ana caminó y se acercó para conocer a su nieta.
—Vine con la señora, para felicitarlos y saber si necesitan que les ayude en algo —Lisselote refirió.
—Muchas gracias —murmuró—, nosotros nos vamos a hacer cargo por el momento. Te aviso si requerimos ayuda. Con el que si es necesario tu apoyo es con Fabricio indicó.
—Está bien. —La mujer caminó hacia donde se encontraba Ana y sonrió al ver a la recién nacida. —Son muy afortunados —mencionó, contemplándola.
—Así es —Eduardo respondió.
—Es adorable —Ana refirió con lágrimas en los ojos.
—Tienen toda la razón, nunca había visto una recién nacida, tan bonita como ella. Creo que me voy a animar a tener un bebé pronto —Liselotte bromeó—. De ver a un ser tan perfecto, se antoja. —Sonrió mirándola atenta.
—Todo en su momento —Ana comentó—, primero debes tener un novio y luego el tiempo dirá —expresó con ternura.
—Tiene razón, me estoy adelantando mucho —dijo sin poder dejar de ver a la pequeña—. Ya llegará mi momento. —Colocó las manos en su vientre.
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Hoorn, Ámsterdam.
Haidar se escondía en una pequeña localidad, al norte de Ámsterdam debido a que se encontraba muy bien comunicada ya sea en bus o en tren, además de ser un pueblo marinero, ajustándose a su necesidad a la perfección por si tenía que escapar, la mejor forma sería a través de alguna embarcación.
La antigüedad de las casas marcaban la época de oro de la ciudad, con los tejados en caliche roja, además de estar rodeada de iglesias con sus tradicionales cúpulas de bóveda catalana.
Desde su lujoso despacho esperaba una llamada importante. Acariciaba un anillo que portaba en su dedo anular, de la mano derecha, el cual durante muchos años portó su padre. Siendo el signo de que él era el heredero, la cabeza de su gran fortuna y el hombre que vengaría su muerte.
En cuanto su móvil timbró respondió aquella llamada.
—Está hecho, todos quedaron fuera de la organización, ahora estamos en espera de que nos indique que sigue. —El hombre detrás de la llamada sentenció.
—Esperaremos un poco, dos o tres meses y entonces su peor pesadilla comenzará —Haidar inquirió con frialdad.
—Estamos a su servicio, esperamos sus órdenes.
—Dime una cosa ¿Cómo le va a mi hermanito Dalil? —indagó presionando su puño con fuerza.
—Está tranquilo, lo tengo vigilado, no hay nada que haga sin que me entere —refirió.
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Las Protegidas.
ActionEsta historia pertenece a la segunda serie: De Romance y Protección. Después de vencer las adversidades por las que tuvieron que pasar Eduardo y Dariana, (La Protegida), creían que sus vidas personales estaban en el mejor momento de su existencia...