Nicole caminó hacia las escaleras.
—Yo me retiro. —Se detuvo frente a Dariana, esperando que la dejara pasar.
Sin embargo, ella no se movió.
Doña Sophía se interpuso y la miró con recelo.
—Eres una desvergonzada, una mujer sin dignidad, que no vela nada. —Con gran fuerza, la abofeteó—. Alguien que no respeta algo tan sagrado como lo es un matrimonio, no merece, nada —gruñó con fiereza.
La mujer separó los labios en una gran O y colocó su mano sobre su mejilla.
—Eduardo estuvo conmigo primero y en todo caso es ella la que se interpuso entre nosotros, que no se les olvide que fui yo, la que concibió a su primogénito—, no me vuelva a tocar o no respondo.
Doña Sophía sintió la sangre hervir ante su amenaza, que no se contuvo más.
—¡Atrévete! —la abofeteó dos veces más.
Nicole se encolerizó.
—No debió hacer eso —gruñó levantando su mano.
—¡No te atrevas a tocarla! —Dariana se acercó y detuvo su mano—, estás loca, yo no te quité nada—. Cuando Eduardo trabajó contigo, ya me amaba. Fuiste tú quién alteró unas fotografías para que creyera que ya lo había olvidado —la enfrentó molesta.
Nicole separó los labios en una gran O.
—¿Le contaste? —giró a ver a Eduardo.
—No tengo secretos con Dariana, te pido que te retires —ordenó con desprecio.
—Dadas las circunstancias, haré que te asignen otro lugar, en donde protegerte —Arnulfo respiraba agitado, luego de presenciar aquel desagradable espectáculo.
—¡No! —exclamó—, arriesgué mucho por ti, y es así como me pagas.
—Nadie te pidió que te revolcaras con John, como si fueras una golfa —Dariana la tomó por los brazos, cruzándolos para inmovilizarla—. Todos en este lugar tenemos códigos morales, y tú los rebasaste —reprochó—. Estás tan encaprichada con mi esposo, que ni siquiera fuiste capaz de agradecerle a Charlie, que arriesgó su vida, por ti.
Nicole frunció el ceño.
— ¡Suéltame Larios!, tengo derecho de luchar por la persona que amo —dijo rabiosa—, el asunto de Charlie, solo es entre él y yo —puntualizó.
Dariana ladeó los labios.
—Claro que te soltaré. —La empujó con fuerza.
Ante aquel impulso, Nicole trastabilló, sin poder detenerse, estiró sus manos sabiendo que caería. Cerró los ojos para no ver.
—Demonios —gruñó.
Eduardo la tomó por los brazos evitando que se golpeara, miró a su esposa a los ojos.
—Necesito hablar con esta mujer —expresó con dureza.
—Espero que esta vez entre en razón, o no responderé si vuelve a intentar tocar a doña Sophía —indicó.
—Dudo mucho que puedas conmigo, Larios —Nicole expresó .
—Eres una bruja. —Dary se giró en su eje y se retiró en compañía de doña Sophía.
—Cambiate de ropa —Eduardo ordenó con la voz enronquecida. Te espero en el comedor, para aclarar las cosas —refunfuñó.
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Haidar se instalaba en la casa en donde muchas ocasiones se reunió con toda su gente, incluyendo a Liselotte.
— ¿Dónde están las armas? —cuestionó—. No las veo por ningún lugar.
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Las Protegidas.
AkčníEsta historia pertenece a la segunda serie: De Romance y Protección. Después de vencer las adversidades por las que tuvieron que pasar Eduardo y Dariana, (La Protegida), creían que sus vidas personales estaban en el mejor momento de su existencia...