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Butters caminaba por los pasillos en busca de su amigo, llevaba desde el almuerzo sin verlo. Sospechaba que el idiota de Boyett tenia que ver con su desaparición.

Rápidamente tomo de su casillero los libros de ciencias y verifico su horario, notando que compartía la última clase con Pip y con... ¡¿Kenny?! .

«Oh Kenny... Mi querido Kenny... tan tierno y atractivo», pensaba Butters soltando un gran suspiro.

Las imágenes de aquella tarde de otoño asaltaron sus pensamientos...

Era Martes y como todos los días justo después de comer, sus padres lo dejaban salir a jugar con sus amigos, pero la brisa de aire soplaba con fuerza y el pequeño Butters de 8 años corría con desesperación, tratando de alcanzar su bufanda color celeste que le había regalado su mamá en Navidad. Detuvo su caminar al ver como la tela era arrastrada hasta la rama de un árbol, donde quedo enredada por completo. Trato de ponerse de puntillas para alcanzarla pero su estatura no le ayudaba en mucho y ya le comenzaban a doler los pies de tanto brincar.

Se sienta en la parte inferior del tronco; con la mirada decaída.Sentía muchas ganas de llorar. Le había prometido a su mamá que cuidaría esa prenda con su vida y ahora estaba atrapada en la rama de un árbol. Seguramente lo castigarían por descuidado.

- ¡ Oye tú !.

Desconsolado y débil dejo caer sus amargas lagrimas que corrían por sus pálidas mejillas y levanto su mirada, topándose con un par de ojos, tan brillantes y radiantes. El color de ellos era azul, como dos lunas en invierno.

Se limpio las lagrimas con el antebrazo y se puso de pie. Le aterraba la idea de iniciar una conversación con ese chico de abrigo anaranjado; ya que eran dos "desconocidos", solo se habían visto un par de veces en la primaria, pero era irrelevante para su vida.

-¿Eso es tuyo?.-preguntó, señalando la bufanda con su dedo índice.

Asintió. Esas palabras amortiguaron la dicha y la calidez del momento. Poco después, observo a Kenny alzar sus brazos para bajar la prenda del arbusto y se la ofreció.

«¡Y allá iban!... Sus mariposas, esas de las que tanto hablaban en las novelas de su madre, esas efímeras, pasajeras, momentáneas, espontáneas y breves mariposas que hacían que se encariñara tanto de una persona.»

McCormick al ver dudar a Butters, agarro su mano y la puso entre la prenda tejida, para después marcharse sin decir mas .

Stoch quería darle las gracias o al menos regalarle una sonrisa , pero simplemente no podía, estaba completamente cautivado por aquella mirada azulada. Al inicio pensó que solo eran síntomas de un resfriado, pero al llegar a casa sus padres le habían asegurado que no estaba enfermó... ¿Entonces de que se trataba?

Era muy pequeño para responder esa pregunta, pero con el paso de los años se había dado cuenta que en realidad lo que sentía en esos momentos, eran síntomas pero no precisamente de un resfriado; en vista de que su corazón agonizaba de dolor cada vez que veía a Kenny acompañado de una nueva mujer, como si fueran objetos reemplazables ; determino que se trataba de un enamoramiento que había perdurado e incrementado.

Evadió sus sentimientos por mucho tiempo, creyendo que de esa forma se desharía de ellos, hasta que un día se cuestionó. ¿Ésto es lo que quiero ?... Ser la sombra de la única persona que llevaba sus espectativas del romance por lo cielos.

A pesar de que era muy tímido, buscó la manera de expresar sus vulnerables emociones, sin perder en el intento. Desde el primer semestre de preparatoria, escribía poemas de sus autores favoritos y los dejaba en el casillero de Kenny, con la mínima esperanza de que este descubriera su identidad.
Al rubio le gustaba imaginar distintos escenarios donde McCormick corría a su lado, haciendo que el tiempo se detuviera al escuchar un "Te quiero", salir de sus labios.

🥀 « 𝙇𝙤𝙫𝙚 𝙄𝙣 𝙏𝙝𝙚 𝘿𝙖𝙧𝙠 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora