Capítulo 20

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Secrets - OneRepublic 

Voy bajando la escalera con cuidado de no causar mucho ruido con las botas. Cuando toco la perilla de la puerta escucho la voz de Aaron. 

Había llegado unas horas después del almuerzo más maravilloso que he tenido.

—¿A dónde vas?

—Que te importa. —Digo —

—Solo ten cuidado.

—La mayor soy yo, no puedes darme órdenes. —Me cruzo de brazos, divertida —

—Entonces que te secuestren. —Pone los ojos en blanco —

—Nos vemos luego. 

—Abrígate.

—Repito, la mayor soy yo.

Me pongo un saco que me llega hasta los tobillos, es de color café y salgo de la casa. El aire frío de la noche me recibe haciendo que me dé un mini escalofrió. Cruzo la calle sin fijarme mucho porque soy así de suicida. Voy viendo entre los locales si hay a un idiota de ojos azules, pero siento que me tocan el hombro y me jalan para atrás, por instinto suelto un puñetazo y veo a Tyler tocándose la mejilla.

—¿Cómo se te ocurre hacer eso en Brooklyn y de noche?

—No pensé que golpearas con bastante fuerza. —Deja de tocarse la zona enrojecida —

—Pues ya ves que sí.

Me doy el lujo de darle una repasada con la mirada. Tiene un abrigo negro que le llega hasta el cuello, un pantalón, botas negras y un saco igual al mío, solo que este le llega hasta las rodillas. Desvío la mirada al instante recordándome a mi misma que sigo molesta con él.

Eso, no te dejes caer por sus encantos.

Entramos al local y por suerte no hay mucha gente, pero igual decidimos ir a la última mesa. Pedí un capuchino y él un café con leche.

—Bueno, supongo que no le quieres dar más vueltas a esto. —Menciona —

—Estas en lo correcto. —Pongo mi cara seria y le doy un sorbito al capuchino —

—¿Qué es lo que quieres preguntar?

—¿Por qué no me lo dijiste?

Mira su taza, incómodo y antes de responder suelta un suspiro.

—No lo sé.

—Vas a necesitar más que eso si quieres que te perdone.

—Estoy hablando en serio. Samara es una persona con demasiado carácter y cuando algo no le gusta algo es peor.

—Eso no tiene nada que ver con que tú me hayas mentido.

—Déjame explicarte. Mira, la conocí cuando tenía veinte y yo estaba más empeñado para exponer mis pocos cuadros. Por cosas del destino me encontré con Samara en una galería que estaba visitando y ella me presentó a su papá... yo estaba emocionado porque digamos que era un pez gordo en todo esto y me ayudó a perfeccionar unas técnicas. Samara me gustó al instante después de verla.

No necesitaba saber eso ultimo.

¿A dónde tan celosa?

No lo estoy.

—¿Qué pasó luego?

—Él estaba empezando a centrarse más en otros negocios que le den más dinero. Yo no me preocupe mucho por eso porque estaba feliz con como iban las cosas con Samara que dejé de lado lo que me gustaba.

Inesperada Melodía ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora