Capítulo 37

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Lo Que Hará Mi boca - Antonio José, Morat

Tyler

Ha pasado ya un mes y medio desde que no veo a Alice. Bueno, he escuchado que últimamente cosas buenas de ella por las noticias y que tiene una nueva canción, de eso no sé más.

—Muchacho, yo no voy a vivir aquí temporalmente.

Mi querida abuela me saca de mis pensamientos por sus refunfuños sobre como tengo en condiciones mi departamento.

—Lo limpié.

—De seguro si paso un dedo por una mesita voy a encontrar polvo.

—No es cier... —Pasa por mi cara su dedo lleno de polvo —

—¿Qué decías?

—Anda a descansar.

Va la habitación sin rechistar porque se quejó todo el tiempo por estar en ese hospital y no en una cama que sea de su gusto, me ofrecí a cuidarla por el tiempo que sea necesario.

También se pasaba de curiosa sobre Beth, sigo sin entender por qué se puso así, solo es una amiga y ya.

—Niño, la almohada está helada.

—¿Qué pasa con eso? —Recuesto mi brazo en el marco de la puerta —

—Que me da frío.

Sé que quiere ayudar a distraerme, incluso creo que se aprovecha de eso para tenerme como su sirviente todo el día.

—No ¿Sabes qué? Anda a comprar un poco de comida para ese refrigerador, da un poco de pena.

—Puedes venir conmigo si quieres.

—Nah, que flojera.

Extraño la moto, tuve grandes aventuras con ella, pero era hora de avanzar. Además que Sebastián la necesitaba más que yo para sus clases.

Aferro mis manos al volante del auto al pasar por el parque, bueno, ese parque.

Sin pensarlo mucho me bajo para sentarme en ese banco, donde tuvimos la oportunidad de conocernos y me quedo viendo a la nada, mientras la ligera brisa de viento me mueve el pelo.

Que masoquista eres.

Déjame en paz.

No me gusta el sentimiento de extrañar a alguien, es lo peor del mundo. Son muchos sentimientos encontrados en una sola persona, quieres abrazar y pasar tiempo con esa persona, pero no puedes y te tienes que conformar con los recuerdos que tienen o solo ver una foto, aunque en mi caso no sé a qué recuerdo feliz aferrarme, ya que, estoy con la duda de cuál es real no.

La rabia se fue hace unos días, nada más queda el sentimiento de ¿Dolor? Quizás.

Respondo los mensajes de Deva preguntándome si estoy seguro de lo que quiero hacer, le digo que sí. Digamos que ella era entre comillas una especie de representante para mí y tomé la decisión de mejor trabajar con alguien más, no se opuso, pero tampoco me dejó solo. Me pasó uno de sus contactos más confiables y es un tal Caleb, hablaré con él en unos días.

Siento unas personas acercándose, a lo que volteo a esa dirección veo a un grupo de adolescentes caminando hacia mí. Al principio pensé que me iban a robar o algo así, en cambio, me pidieron que me tome unas fotos con ellos y firmara una paleta de madera que acaban de comprar. Es extraño esto de que las personas te conozcan.

Antes de que me vaya vienen hacia mí dos cabelleras rubias que conozco, principalmente la de la primera y no tengo ánimos para esto.

—¡Tyler! —Grita Samara —

Inesperada Melodía ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora