7. -Malditas vallas-

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Tess Miller :

Cómo ya había mencionado, dejé que Constance tuviera la canasta por el resto del camino, solo por sentir sus manos con un pequeño roce.

Teníamos muchos arbustos de vallas a nuestro alrededor, pero, también era notable que ya habían venido muchas personas a recolectar esos frutos, así que debíamos buscar muy bien para poder llenar una sola canasta.

Mis manos descargaban mucho sudor, y con desesperación yo las limpiaba en mi vestido pero era inútil, siempre volvía a lo anterior.

—¿Por qué no mencionaste que ya nos habíamos conocido?—Constance rompió el silencio—Ah, claro, lo siento. Olvidé que me pediste guardar el secreto.

—Tu también pudiste haberlo dicho, pero decidiste quedarte callada—respondí sin verla a los ojos—Y creo que no lo hiciste porque el beso que te dí a noche te puso nerviosa.

Sonreí maliciosa, mientras revisaba cada arbusto sin encontrar ninguna valla.

—Soy una persona de palabra—se defendió—Sé guardar secretos, y cuando prometo algo, lo cumplo.

Ella sabía que yo estaba nerviosa, pero al parecer le gustaba ponerme más nerviosa y usaba un tono de voz suave para meterse dentro de mi cabeza y hacerme pensar en ella.

—No es un secreto, ni siquiera sé por que dije que era un "secreto"—expliqué—Solo intentaba defender y cuidar mi reputación.

—Todas las mujeres tienen prohibido salir sin corsé—reprochó entre dientes—Yo también he salido sin corsé y se siente liberador.

En ese camino, jodidamente no había ninguna maldita valla, así que me encaminé en otra dirección, y cuando digo "me encaminé" es porque caminé sin avisarle a Constance.

Llegué a unos arbustos muy lejanos, y milagrosamente esos arbustos rebasaban de vallas.

—Gracias por decirme que vendrías aquí sin mi—apareció Constance sin avisar—Tienes suerte para encontrar vallas y también problemas.

Rodé los ojos. Ella estaba usando el sarcasmo para expresarse y a la misma vez poder irritarme.

Tomé algunas vallas en mis manos y me dirigí para colocarlas dentro de la canasta que Constance tenía.

Jodida la hora que Abigail y Lizzie solo trajeron una sola canasta para ambas.

—¿Estás nerviosa?.

Diablos. Esa chica tenía un detector dentro de ella.

—¿Por qué lo estaría?—contesté rápidamente.

Ella sonrió de lado, con malicia. Sabiendo que su plan estaba llegando a cabo.

Sin pensarlo una vez más, coloqué las vallas dentro de esa canasta, sin mirar a la pelirroja por ninguna razón.

—Sabes. Tienes razón, mis mejillas sin suaves y lindas—ahora que me tenía cerca estaba aprovechando para hablarme—Pero, mis labios también son suaves y mucho más lindos—mi corazón empezó a latir como loco—Tus labios tocaron mis mejillas la noche de ayer.

—¿Y...—intenté susurrar pero me quedé callada por su repentina acción.

Constance se acercó para besar lentamente mis mejillas, primero las analizó, luego pusó sus manos en ellas y finalmente dejó un beso sobre estás.

Tan cerca que sentí su respiración en mis oídos, y su aroma tan dulce en mi nariz.

—Tuve razón. Tus mejillas son mucho más que lindas.

Sin Tu Amor - Constance Berman y Tú (Fear Street 1666).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora