Prólogo.

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Kihyun estaba allí para celebrar.

No era un tipo de ir mucho al 207. Por lo general, su sueldo dibujaba una clara línea entre los bares y pubs que podía frecuentar, siendo estos la mayoría de Seúl, bares exclusivos para omegas, y el resto de más abajo. Pero hoy era un día especial. Era un día para festejar.

Había logrado vencer a una cantidad grotesca de candidatos para quedarse con el puesto de asistente legal en la mejor firma de abogados de Corea, una batalla a sangre fría entre alfas, betas y omegas que había resultado con un victorioso indiscutido. Él. El omega huérfano con un departamento tan pequeño como una caja de zapatos, iba a trabajar para Lee & Ko.

Era un poco más que un sueño. Lee & Ko era una fantasía completamente infundada que ahora yacía a sus pies como un camino de ladrillos amarillos.

En cualquier otra ocasión hubiera llamado a sus amigos para que festejaran con él, pero ahora, se había visto llegando al 207 completamente solo, con el pecho lleno de orgullo y el estómago encogido por la ansiedad de lo que estaba por venir.

Bebería por él y por sus padres, que probablemente estarían felices mirándolo desde donde sea que estuviesen.

No era particularmente religioso, así que no tenía idea de a dónde iban a parar las personas que morían. Aún asi, pensar que lo observaban desde algún lugar en momentos importantes como aquel lo reconfortaba.

- Un whiskey a las rocas -pidió en cuanto su trasero tocó el taburete de la barra.

Vestía una camiseta blanca, un abrigo oscuro y unos pantalones apretados que quizás, ahora que había encontrado un trabajo en las grandes ligas, debería cambiar por algo más de adulto. Todavía no podía creer que lo había logrado. Con veinticuatro años había alcanzado el trabajo de sus sueños, quizás atrás debería dejar la música indie y los partidos de fifa de los sábados.

Al menos había dejado de teñirse el cabello rubio, lo cual según su mejor amigo Minhyuk era uno de los potenciales motivos que podía costarle el trabajo en Lee & Ko, y le creía, porque Minhyuk trabajaba en el área de recursos humanos de la misma firma, y aunque no lo había entrevistado, fue el que le llego con el chisme del nuevo puesto. Ahora llevaba el cabello castaño claro, bordeando al color miel, y le gustaba. Minhyuk también le decía que resaltaba el color de sus ojos.

Espero en silencio, sentado en la barra mientras que un suave blues pintaba el bar hasta que su trago se materializo frente a sus ojos. El barman le entregó una sonrisa amigable luego de que bebiera el primer sorbo, y Kihyun no pudo evitar pensar que con un trabajo estable, la vida se veía con otro lente.

- Un vodka con Martini seco. - dijo alguien.

Kihyun miró de reojo al tipo a su costado.

Un alfa.

Oh, ese hombre definitivamente era un alfa. Era atractivo a más no poder y Kihyun no era experto en adivinar las edades de las personas, pero le regalaba quizás unos treinta años. Traía el cabello castaño oscuro bien peinado y un traje Tom Ford que vestía como armadura de guerra. Definitivamente se veía como alguien que se tomaba la vida en serio.

Kihyun curvó un poco la comisura del labio.

- ¿agitado, no revuelto? -no pudo evitar agregar.

El apuesto alfa volteó a mirarlo, sus ojos grises destellantes escaneándolo por una milésima de segundo de pies a cabeza. Una ceja perfectamente intimidante alzándose de manera juiciosa, y Kihyun tuvo que luchar contra su instinto de bajar la cabeza y rehuir el contacto visual.

Estaba en un bar, maldita sea, podía dejar las reglas de etiqueta de un omega por un segundo en la entrada.

Al alfa no pareció importarle demasiado su impertinencia.

Say my name [sh+kh] [Adaptación] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora