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—     Te amo.

Sus manos temblaron un poco mientras el silencio suspendía sus sentimientos en un letargo lleno de fragilidad. Podía ver sus ojos brillar, sus mejillas azorarse de a poco y sus labios atrapar el aliento de su respiración entrecortada que se había desacompasado a medida que su corazón se aceleraba.

Incapaz de soportar su aspecto débil, añorante y desamparado, Kihyun sacudió la cabeza y su cabello todavía húmedo por la ducha que acababa de tomar salpicó un poco de agua en el espejo del baño.

¿Por qué se le hacía tan complicado decirlo? Hyunwoo ni siquiera estaba allí para escucharlo, pero de igual manera el corazón se le estaba acelerando tanto que ya estaba comenzando a sospechar que tenía algun tipo de condición cardiaca. 

Frustrado de su imagen penosa, Kihyun abandonó la improvisada práctica y corrió a la habitación para terminar de vestirse.

La mañana estaba comenzando como cualquier otra.

Abotonó su camisa, buscó su corbata favorita, deslizó las piernas en los pantalones y frunció un poco el ceño cuando notó que el cinturón ya no era necesario. ¿Había engordado? Deshizo el pensamiento para concentrarse en la parte que más le gustaba de todo aquel embrollo: buscó el brazalete de plata — que se sacaba solo para bañarse — y lo ajusto en su muñeca casi como si fuera un tipo de ritual. Leyó el grabado, inhaló su primera gran bocanada de aire del día y sonrió un poquito al recordar a su alfa.

Con igual paso.

Ciertamente tenían que estar en la misma página si querían sobrevivir diciembre. Luego podrían viajar a algún lugar y olvidarse de todas las responsabilidades y obstáculos que ya le daban jaqueca. Si alguna vez tenía la oportunidad de escoger le gustaría ir a California y si el tiempo era más generoso quizás al caribe.

Soñar era algo recurrente en su estresada vida. Era quizás una manera de protegerse psicológicamente, o tal vez algo tonto que ya había convertido en mala costumbre. Lo malo de meterse en su mundo de fantasía en donde tomaba el sol por la mañana, recostado en una playa de aguas cristalinas y lograba broncearse por primera vez en la vida acompañado de su alfa quien salía de entre las olas como actor de cine, era que siempre la realidad lo interrumpía de manera bastante abrupta.

Esta vez fue con el sonido de su teléfono.

Un número desconocido se atrevió a cortarle el sueño y no pudo evitar que su respuesta escapara media frustrada.

—     ¿Si?

Desde la primera palabra, el hombre ya sonaba como si estuviera a punto de pedir disculpas. — ¿Omega Yoo? Habla usted con el doctor Dworsky, buenos días.

Mirando el reloj, se le hizo altamente inusual que el CNO estuviera trabajando desde las siete de la mañana. No supo por qué, pero como todo estaba saliendo mal desde que el anuncio llegó al periódico, Kihyun comenzó a sospechar que la llamada del CNO solo sería un problema más.

—     Buenos días, ¿siempre llaman tan temprano? — bromeó con una sonrisa que esperó se imaginara. No le gustaba lidiar con personas serias por la mañana.

El hombre pareció aclimatarse a su actitud. Su tono compungido pasó a uno más neutral.

—     Lamento la hora. Sé que es un hombre ocupado así que imaginé que dar con usted en horarios de oficina sería una impertinencia más grande.

Say my name [sh+kh] [Adaptación] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora