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Kihyun había escuchado alguna vez decir que el diablo estaba en los detalles. Era una frase pegajosa para una actividad aburrida.

Lo hacía sonar como una competencia, un reto. Un desafío con un momento de "eureka" prometido al final que premiaba a los observadores.

La verdad era que, y como casi todo en la vida, las cosas no eran ni la mitad de divertidas de lo que parecían en un principio. Casi dos horas después de aceptar el reto ya había concluido que no había nada de divertido en encontrar detalles cuando estaban entre torres de documentos y la fecha límite se acercaba. Buscar casos para citar también era una pesadilla, solo porque a veces databan de 1820 y lo hacían sentir como si estuviera en Amadeus. Y aparte, solo para rematar, todavía tenía pendiente el documento del asociado de primer año que se había equivocado en redactar, dejando casi dos páginas de información confidencial libre que Kihyun ahora no solo tenía que arreglar, sino que volver a revisar antes de las nueve.

Todo junto había confabulado para convertirse en la trifecta perfecta de estrés laboral.

Así que si, estaba un poco estresado.

Por lo que cuando notó que el 2 de diciembre se acercaba casi ni se inmutó.

Lo cual era inesperado, alarmante, sorprendente y todos sus sinónimos.

Si era sincero, podía decir que hasta se sentía un poquito esperanzado, y aquello era un cambio refrescante.

Quizás era un tipo de señal. En algún punto de los días transcurridos, había ascendido a un nuevo ser al que no le importaba ni un comino las "jerarquizaciones" ni el legado arcaico de los roles o clases. Las inseguridades del "qué dirán", junto a su falta de herencia y apellido habían sucumbido ante los ojos cargados de amor de su alfa, ante su suave tacto, y sus palabras cortas que solían cargar más peso del que se aparentaba mostrar.

Hyunwoo había disipado sus dudas como un mago con una varita, haciéndolas humos frente a sus narices y besándolo en silencio cada que podía.

A puertas de la formalización publica de su relación, ambos habían caído en una rutina que Kihyun creyó saludable y placentera. Atrás habían quedado los días en que su alfa lo jalaba por la corbata y opacaba los vidrios, y cierta parte de él creía que era para resguardarse.

Hyunwoo estaba caminando por un camino un poco estrecho, y tenía que entenderlo. Cada día en la oficina su comportamiento era más controlado, un poco más serio, más exigente, más impasible. Era su jefe, después de todo. En Lee & Ko Hyunwoo era su jefe, y no había tiempo de miraditas, ni de más juegos. Si se tomaba a pecho cada vez que Hyunwoo le decía que volviera a revisar un documento, o lo cargaba de trabajo, probablemente la relación en casa sería totalmente diferente.

Pero no. Kihyun no dejaba que el trabajo traspapelara en su relación. Hyunwoo ya era más suave con él que con, probablemente, el 95% de las personas a su cargo, y no creía sano comenzar a abusar de su cariño solo para pedirle cosas irracionales, como delegar su trabajo a otro o permitirle ser más flojo.

Hyunwoo ya lo había declarado como "suyo" a Changkyun, y cuando la noticia comenzara a propagarse como fuego por los cubículos de asociados, no quería que su inteligencia se viera subestimada por los infundados rumores.

Y aunque no pudiera callarlos, tampoco quería motivarlos.

Hyunwoo era muy guapo, muy atento, muy paciente. No quería decir que era perfecto, porque en realidad nunca nadie lo era, pero a veces el pensamiento se le escapaba de entre su realismo pesimista adquirido en su juventud, y ni siquiera tenía ganas de negarlo.

Se le aparecía una sonrisa de bobo cuando recordaba sus atenciones enmascaradas de indiferencia, sus respuestas sarcásticas que ahora le parecían un hábito, y la manera tan anticlimática en la que todavía se esforzaba en cortejarlo, pero no de las maneras comunes.

Say my name [sh+kh] [Adaptación] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora