Capítulo 2: Inocencia.

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Camila caminaba molesta por su cuarto, pensando en como haría para encontrar a su amiga. Porque sí, ella no se rendiría hasta encontrarla sana y salva.

Luego de lo ocurrido con Brady en el baño de hombres, la directora llamó a la madrastra de la chica y esta fue por ella. Georgia no preguntó nada, ni le dijo nada, a la chica, pues la directora se encargó de darle la mala noticia a la mujer, y entre ambas decidieron que Camila necesitaba unos días para calmarse.

Y ahora, en este momento, la rubia no paraba de hacer mapas de posibles lugares donde su amiga podría llegar a estar. Aunque, por algo, no le cerraba del todo la desaparición de la castaña.

Un golpe en la puerta la hizo sobresaltar. Y una voz conocida, muy conocida, le tranquilizó.

—¡Camila, abre la puerta!. —Ordenó Bautista, su voz sonaba molesta.

La rubia caminó hasta la puerta y abrió, dejándole ver a un Bautista muy furioso. Este entró al cuarto y miró a la rubia.

—¿Qué ocurre?. —Preguntó la chica.

—No te quiero cerca de Brady.—Le dijo Bautista, mirando a su hermana.

Camila frunció el ceño.

—¿Qué te hace pensar que quiero estar cerca de él?. —Le preguntó Camila.

—¿Hizo algo que yo no sé?. —Preguntó Bautista, frunciendo el ceño.

—No lo sé. Es tu amigo.—Señaló Camila, caminando a su cama y sentándose en ella.—¿No eras tú el que quería que me uniera a tu pandilla?.

—No es una pandilla.—Corrigió Bautista, apoyándose en un mueble.—Y sí, es mi amigo, por eso no te quiero cerca.

—¿Por qué?. —Preguntó Camila.

—¡Por que no!—Respondió Bautista, en un grito.

Camila rodó los ojos y comenzó a jugar con sus manos. Hacía tiempo que ellos no tenían una discusión o una pelea, y ahora, ambos estaban un poco molestos con el otro. Si bien, Bautista fue quien quería que su pequeña hermanita se uniera a ellos, no quería que sea desta manera, no quería que ella estuviera en peligro por ser otra impronta.

—Si ya has terminado de gritarme, ¿Podrías retirarte?. —Le preguntó Camila, sin mirarlo.

Bautista suspiró y se acercó a la cama de la rubia, sentándose a un lado de ella. Le tomó una de sus manos y habló:

—No quiero que salgas lastimada, Cam.—Dijo Bautista, con arrepentimiento. —No quiero que salgas lastimada.—Repitió en un susurro.

—No saldría lastimada, porque, uno: No habló con él. Y dos: Jamás me dejaría lastimar por nadie.—Dijo con inocencia, sin saber que era a lo que se refería su hermano.—No soy tonta, Bau. No soy tú.

Beautiful Ángel |8| B.FDonde viven las historias. Descúbrelo ahora