Primera luna

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Los recuerdos de la noche anterior... los sonidos desgarradores los aullidos estridentes y el miedo tan intenso, jamás se había sentido tan asustado en toda su vida.

Recordaba haber llegado a la cueva tras la cascada, pero después de eso, todo era borroso lo único claro en su mente era el pequeño cuerpo entre sus brazos que no parecía ser consciente de la gran perdida que acababa de sufrir, era un bebé, en su mente y cuerpo no sentían el lazo, al romperse, no lo percibió, un alivio en cierto modo.

Kaleb por su parte no estaba bien, su cuerpo temblaba mientras su aspecto, las garras, los dientes y sus ojos no se retrajeron, ante el peligro y el miedo que sentía el joven, el cambio no se retrajo mientras estuvo en la cueva helada, intentando dar calor al pequeño que Raisa le había encargado con tanto amor luego de haberlo dado a luz.

Toda la noche pasó como una pesadilla hasta que Kaleb, en su estado alerta y sin embargo agotado, percibió la llegada de una sombra enorme a la cueva junto con un olor conocido, pero eso fue lo único que pudo recordar, su mente borrosa termino por ennegrecer todo a su alrededor, y ahora el joven se encontraba en un espacio conocido dentro de su propia mente y pensamientos reviviendo cada momento con lágrimas en los ojos.

-Estoy muerto. -Se dijo a sí mismo mientras se recostaba en el suelo blanco. -Duele, duele demasiado.

-Dolerá mucho más, sin embargo debes despertar para que después el dolor desaparezca, el cambio no se podrá completar si estás inconsciente. -Declaró esa voz a la distancia, con un toque de preocupación.

-Lo intentaré, por ahora déjame descansar, yo... necesito... un respiro. -Los ojos de Kaleb se cerraron lentamente mientras su respiración se normalizaba.

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Por otro lado, en una pequeña cabaña en el interior del bosque, se mantenía en completo silencio, los ojos negros de Bastian no dejaron el cuerpo sobre la cama mientras, las heridas causadas por su cambio sanaban de manera increíblemente rápida, signo de que el joven estaba a punto de dejar de ser un sin forma.

La luz de la mañana se colaba por la ventana mientras el cuerpo frente a él seguía totalmente inconsciente.

La noche anterior fue por mucho, una de las peores noches de toda su vida. Los inmundos corriendo de manera desenfrenada, buscando sangre en dónde pudieran esparcir su horrible infección, pero la agonía de tener que ocultarse mientras los suyos pasaban dificultades fue por mucho lo peor, su impotencia al descubrir, mucho después que solos había dos cuerpos en la cueva tras la cascada y saber que probablemente, el aullido estridente a lo lejos, fue el último que escucharía de su madre de cría.

Llorar estaba de más ahora, su dolor era mucho más profundo, tan intenso, no podía dejar de pensar en ello.

Ahora Kaleb... luego de haber sobrevivido a una experiencia así... no sabía cómo estaba él, no obstante al estar justo en el día de su primer cambio, aunque no quisiera, después de llevarlo con Said y pedirle que curará sus heridas tuvo que dirigirse a una vieja cabaña al otro lado del bosque, no sabía si Kaleb despertaría de su inconsciencia en medio del cambio y no permitiría otro daño a los suyos, debía alejarse.

El bebé de Raisa fue dejado con Said en la casa que servía como hospital provisional, por suerte Said dijo que el bebé estaba sano, aunque alejarlo del abrazo protector de Kaleb fue un arduo trabajo, parecí que de alguna forma se había acostumbrado al olor del más joven.

Ahora, solo podía esperar a que Kaleb abriera sus ojos, solo necesitaba verlo despierto, cuerdo, antes de que la noche cayera y la bestia fuera liberada.

Para su suerte, no tuvo que esperar demasiado, los ojos del más joven se abrieron lentamente, borrosos y cristalinos, era él y no su versión enloquecida o mezclada entre ambas naturalezas.

La Manada: Amanecer Oscuro [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora