Escarlata

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Kaleb... Kaleb... Kaleb

Ese aroma, aunque aterrador era inconfundible, lo tenía tan grabado en su cabeza que casi le parecía increíble, tal vez era porque acababa de hablar de él y su mete era incapaz de reemplazar esa charla, incluso había llegado al punto de reconocer el aroma de su sangre a kilómetros, no había forma de confundirlo.

Bastián se encontró corriendo a toda velocidad a través del espeso bosque, antes de que pudiera reflexionar sobre qué hacer, todo con el fin de encontrar a Kaleb, quien seguramente se problemas. Primero el rastro de su pareja en dirección a un solo lugar, uno peligroso y engañoso, luego descubrir que el rastro que seguía adquiría un aroma más metálico característico de la sangre. Era claro que el cachorro inquieto había estado recorriendo un lugar que estaba fuera de su conocimiento, una trampa asesina como lo era el claro carmesí.

A este punto, Bastian realmente creía que debió haberse tomado más en serio la llegada de Kaleb y enseñarle todo con respecto a este territorio, uno que ocultaba más de un peligro.

Ya no solo era el solo, ahora tenía que tomarlo en cuenta ya que era su pareja, la otra mitad de la cabeza que lideraba la manada y resultaba ser una verdad aplastante el hecho de que Kaleb no sabía absolutamente nada de su territorio, porque no se habían decidido a recorrerlo, Bastián había estado tan inmerso en ignorarlo y regañarlo en su mente que no prestó atención a los cambios que enfrentaba al tenerlo, debió ser un maestro para Kaleb pero ese no fue el caso, ahora estaba viendo las consecuencias de su indiferencia mientras su corazón latía como un loco y sus patas arrasaban el suelo mientras corría a toda velocidad, esperando no llegar tarde.

El mismo no quería pensar en que al llegar podría no encontrar a Kaleb, habían pasado horas desde que lo vio, quien sabe cuánto llevaba en el claro.

El lobo gigante de pelaje color negro y ojos color rojo sangre no dejaba de ver hacia su objetivo, pasando el último cerco de árboles antes llegar al claro, encontrándose con la verdad al instante.

Bastian conocía el lugar muy bien, sabía de las hermosas flores blancas que se encontraban en él y del embriagante aroma, pero esta era una imagen muy distinta y aterradora, él nunca había visto cómo las plantas le quitaban la vida a un ser vivo y ahora era consciente.

El inmenso lugar ahora carecía del aroma frutal y exquisito que solía atraer a sus presas, en su lugar el aroma pútrido de la muerte brotaba de cada planta, mientras comían, su hermoso disfraz no existía y dejaba a la vista la verdad, no había belleza en la imagen ya que las flores se encontraban abiertas mientras sus raíces se movían visiblemente por el suelo en dirección a un solo puntos, reuniéndose para tomar un poco de la nueva presa. Bastian solo quería vomitar ante esta imagen, pero lo que realmente captó su atención fue un punto a lo lejos, un punto rojo en donde las horribles flores se estaban concentrando como aves de rapiña sobre un cadáver.

"Kaleb"

Ese debía ser el lugar, solo ahí las plantas estaban comenzando a teñirse de cierto color rojo, además, el movimiento de las mismas y sus raíces era más amplio ahí.

Bastian no dudo en acercarse hacia el espacio, dándose cuenta de que en efecto, ese cuerpo que estaba siendo atravesado por raíces, era el de Kaleb. Las raíces eran diferentes, unas diminutas y otras no tanto, raíces que trepaban por su cuerpo inmóvil antes de adentrarse bajo su ropa y luego atravesar su piel sin dejar escapar una sola gota, la única razón por la que sintió el olor se debía a las plantas, su aroma cambiaba drásticamente al empezar con el proceso.

Para desgracia del alfa, las acciones tomadas por el lobo en su interior no eran tan racionales, solo quería destruir, para ese animal salvaje, Kaleb era tan precioso como el oro mismo, mataría por el pero eso no lo sabía Bastian, el solo se dio cuenta de la reacción violenta debido a que su mente se nublo y sus ojos se tornaron completamente rojos. Con garras y dientes, acompañando una figura que rápidamente cambio a la de un enorme lobo negro, se abalanzó sobre el cuerpo cada vez más pálido, empezando a desgarrar las raíces con sus enormes dientes mientras la sangre se derramaba, manchando su boca y pelaje.

La Manada: Amanecer Oscuro [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora