Especial: Recuerdos (Lucius y Gael) II

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La sorpresa y confusión se instaló en el rostro de Gael ante esas palabras. ¿Qué había pasado justo ahora? —¿Que? —Poco a poco empezaba a sentir el enojo inundarlo nuevamente por la contrariedad en la situación.

—Lo felicito, por fin ha expresado su opinión sincera, eso es un avance, uno pequeño ya que creo que guarda mucho más de lo que dijo, pero, es un avance. —Una sonrisa sincera adorno el rostro de Lucius, rompiendo por completo con esa aura fría y distante que normalmente lo acompañaba, e iluminando por completo aquel rostro maduro y que, en los pensamientos de Gael, tenía cierto atractivo. —Debo decir que me sorprende cuanto tiempo tardo en decírmelo, no creí que fuera complicado para alguien como usted mostrar su descontento con alguien, pero bueno, hasta yo me equivoco.

Gael se quedó sin palabras para defenderse a sí mismo, se sentía perdido y aturdido, pero sobre todo engañado. —Usted... todo este tiempo... yo creí que... —No podía ni siquiera formular una frase coherente.

—Si, querías complacerme haciendo cada cosa que te mande a hacer, sin cuestionamientos o palabras en contra y aunque los hiciste todos con un nivel de empeño y perfección que poco he visto en aprendices, no era eso lo que quería. —Lucius no parecía preocupado en lo más mínimo, por el contrario, parecía completamente divertido con la situación. —También, antes de aceptarte como aprendiz hice una investigación sobre ti, y descubrí que tiendes a hacer lo que otros dicen o te piden hacer única y exclusivamente para complacerlos, confrontas a pocos y solo haces lo que te dicen, has conseguido mucho, pero también has tenido que dar bastante, ¿No es así?

A Gael eso no le pareció una pregunta sino más bien una afirmación, y claro, seguramente eso era ya que, como bien lo había dicho su maestro, lo había investigado antes de elegirlo. Gael no era capaz de decir nada ahora.

—No te preocupes, no me importa nada de eso, me importa lo que hagas ahora que estés bajo mi cargo, no quiero a un robot programado para estar de acuerdo conmigo, quiero alguien que piense y se destaque por eso, como lo que vi ese día que entraste con el gran concejal, si no estás de acuerdo, lo dices, si estás de acuerdo, también. En el concejo serás visto por tus ideas y no por complacer a otros y es mejor que lo aprendas ya Gael, o de lo contrario, definitivamente no llegaras lejos. —Otra sonrisa encantadora atravesó el rostro del hombre antes de darse la vuelta y empezar a caminar. —Por hoy ya hemos terminado, quedas libre por el resto del día, puedes dejar todos esos libros a un lado, ya no los necesitas. —Sin dar la vuelta para ver a su aprendiz, Gael estaba seguro de que esa sonrisa imperturbable no se había borrado de su rostro.

¿Cuándo se convirtió en el engañado y no en el mentiroso?, se sentía aterrado de cómo aquel hombre lo había manipulado sin que se diera cuenta, ni en sus pensamientos más locos sobre él y cómo sería su relación con el hombre, había imaginado que esto podía ocurrir. Definitivamente no era una eminencia por solo agradarle al alto concejal, eso era obvio.

Gael ni siquiera pudo moverse durante una hora completa, tratando de procesar lo ocurrido con su maestro, aun cuando llegó a su habitación el estupor no se disipaba al reconocer que era cierto, estaba tan acostumbrado a complacer a los demás que no se dio cuenta de que el carácter también era un factor importante, el saber decir no, oponerse a una idea era lo que hacían las personas que integraban el consejo, ya era un aprendiz para concejal, no era lo mismo que antes, había estado tan concentrado en una cosa que había olvidado su objetivo final y en el cómo se comportaría al llegar a él. En el consejo debía demostrar carácter e inteligencia, no complacer a cualquiera, no era un simple juego, por el contrario, era muy serio y ahora gracias a su maestro había vuelto a la realidad, tal vez no de la manera más ortodoxo, pero sí de la manera más apropiada.

Ahora, seis meses después de la experiencia más extraña y reveladora para Gael, las lecciones de su maestro no parecían tan ajenas e inservibles como antes, en algunas se destacaba, en otras, aunque complicadas, al final lograba entender y debía aceptar que tener a Lucius como maestro era mucho más gratificante y práctico que pensar estar con cualquier otro no había hecho una mala elección.

La Manada: Amanecer Oscuro [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora