avance La manada, noche escarlata

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Nathaniel y Alay

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Nathaniel y Alay.

Así que a esto había sido reducida la única existencia de quien lograría hacer su existencia mas soportable, un cuerpo frio inconciente.

Siempre había sido reacio a reconocer la existencia de los divididos, para él apenas clasificaban como rumores que corría entre los pocos descendientes que aun conservaban algo de respeto por la vida que llevaban. Estaban los que creían fervientemente en algo así y estaban aquellos que eran como el, totalmente cerrados a la idea de que algún día existiera un criatura con el poder de compartir la eternidad y hacer latir sus helados corazones, su destino, esa idea era ridícula y solo había hecho crecer el dolor y la desesperación en los suyos, algunos lo habían manejado con resignación, pero otros, habían decidido descargar su ira en el mundo que no se preocupaba por aligerar la carga de una eternidad como deambulante, ver pasar las eras y ser el único que permanecía mientras todo lo demás seguía con su curso natural, un nacimiento, luego una vida finita y después la muerte.

Nathaniel había elegido nunca creer, como el primer descendiente, sabía que algo así era imposible, por eso nunca descargo su ira, esa la guardaba para los que si habían tomado tal camino, pero no por ello era un santo.

Pero ahora, cuando sentía su corazón latir de la manera normal solo por haber tocado la mano del joven sobre la cama, debía aceptar que se había equivocado, y también aceptar el peligro que representaba.

—¿Lo vas a hacer? —La voz precavida que venía desde la puerta lo saco de sus pensamientos. —Alay, difícilmente va a entender.

Nathaniel solo pudo suspirar, sabía que Kaleb tenía razón, pero no había otra alternativa. —No lo entenderá, pero es la única manera de que despierte, además, en este punto seguramente ya hay alguien enterado de lo que es y vienen por él, no hay alternativa. —Sus ojos nunca se alejaron del rostro pálido pero encantador. —Aun así, solo le daré mi sangre, no pienso morderlo hasta que sea necesario y él lo desee, lo hare entender que ya no hay forma de que regrese a lo que era, ya no es un cambiante y eso lo pone en riesgo. —Su mano derecha se levanto y acerco a su rostro, sintiendo la temperatura cálida y sin evitar acariciar su mejilla.

Kaleb se mantuvo en silencio mientras observaba a Nataniel cuidar a Alay, no sabia si el Vampiro era capaz de notar el anhelo o incluso la ternura que aparecía cuando miraba al más joven, esto era algo mucho mas profundo. —Entonces, me iré, díle que lo extrañe.

Nathaniel solo asintió, luego escucho como la puerta se cerraba y los pasos se alejaban por el pasillo.

Se quedo observando a Alay durante quien sabe cuanto tiempo y sabia que esta necesidad solo se debía a que su cuerpo reconocía la sangre que lo había convertido en lo que era, estos no eran sus sentimientos, era un mecanismo natural para aceptar a quien lo acompañaría para siempre, pero era difícil no dejar que su mente divagara con las posibilidades, por eso era peligroso y no lo dejaría saber, no lo ataría de esa manera.

La Manada: Amanecer Oscuro [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora