Entre sombras

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Todo se sentía tan suave, tan cálido y cómodo. ¿El cansancio que inundaba su cuerpo era real?, jamás, en todos sus años de vida, Káleb se había sentido tan cansado como en ese momento.

—Hmmm... —El gemido suave escapó de sus labios mientras su cuerpo se giraba hacia un lado. la incomodidad llegó en el momento en que intentó mover sus piernas un poco más, esa suave punzada de dolor hizo que sus ojos se abrieran.

La vista de Káleb se encontraba borrosa, además de que él mismo casi no podía abrir los ojos, le era muy difícil gracias a lo pesados que se sentían y a la picazón de la tenue luz en el cuarto. ¿Cuánto tiempo había dormido?

Cuando finalmente pudo abrir los ojos y su vista se aclaró lo suficiente descubrió que este no era su cuarto, ese techo no se parecía al de su alcoba, ¿qué estaba pasando?

De inmediato Káleb intentó sentarse en la cama, pero todo su cuerpo estalló en dolor, sus piernas dolían, su cadera lo estaba matando y para colmo de males, si intentaba tan solo colocar su trasero sobre el colchón, de inmediato sentía una descarga de dolor en esa área. Sus ojos estaban abiertos llenos de sorpresa y confusión, sin poder recordar la razón de tanto malestar ni por qué se encontraba en una habitación que no era la suya.

—Si intentas moverte demasiado te dolerá mucho más, así que quédate recostado hasta que tu cuerpo se recupere. —Esa voz profunda y fría... Káleb la recordaba.

El rostro del joven se giró en dirección a esa voz familiar, topándose con los ojos negros que lo miraban directamente mientras su portador yacía ahí, sentado en una silla al lado de la cama. Los recuerdos de la noche anterior llenaron su mente al instante, los destellos del rostro de Bástian frente al suyo mientras lo besaba tan apasionadamente no parecían muy acordes con el rostro tan falto de emociones que veía hoy, pero los ojos ardientes eran los mismos.

—¿Cuánto tiempo dormí? —Preguntó Káleb cerrando sus ojos ante la intensa mirada de Bástian.

—Doce horas. Te traje aquí después de que saliera el sol.

El silencio inundó el lugar por algunos instantes mientras Káleb se castigaba mentalmente por haber caído dormido tan profundamente, aunque sabía que no era su culpa si la noche anterior había sido tan movida como lo recordaba, con mayor razón tenía todo el derecho de estar agotado.

—¿Porque me duele tanto? —la vergüenza tiñó el rostro de Káleb de un suave tono de rosa, tenía cierta idea de la causa del dolor, pero debía asegurarse, nunca creyó que su primera noche lo dejaría tan mal, había visto parejas regresar del apareamiento y aunque muchos terminaban un poco adoloridos, la mayoría decían que el dolor era ligero y soportable, pero en su caso no era así, en verdad le dolía.

—Es mi culpa. Anoche intenté hacerlo con suavidad, pero de alguna forma me olvidé de tu edad, aun no has cambiado así que eres, en teoría, más humano que cambiante. No medí mi fuerza y te lastimé, el doctor dijo que estarás bien para mañana, pero te aplicó un anestésico para mejorar el dolor poco. —Aunque las palabras de Bástian parecían querer comunicar sus disculpas Káleb sentía que no era realmente sincero, al contrario, parecía no afectarle en absoluto el haberlo dejado en ese estado.

—¿Por qué no siento como si lo lamentarás? —Los ojos de Bástian se abrieron ligeramente por algunos instantes para después llenarse con un poco de diversión. Káleb estaba acostumbrado a decir lo que pensaba, y no se guardaría sus sentimientos solo porque acababa de conocer al alfa.

—Eres perceptivo, eso es bueno. —Lo elogió el hombre mientras se acomodaba mejor en la silla. —Tienes razón, la verdad es que no lo lamento, eres un cambiante después de todo, tal vez sanes más lento porque aún no has cambiado, pero estarás bien.

La Manada: Amanecer Oscuro [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora