Cap. II

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Última semana de clases, 2023.
Cuarto año.

Romeo Riddle

Okey, debería de arreglar las cosas con Julieta o nunca volvería a leer ese libro.

¿Seguro es la única razón?

Por supuesto.

Ajá.

Bueno, algo se me había ocurrido.

¿No nos vas a contar? ¿Ni siquiera a mí?

Noup.

- Riddle, que raro verlo por aquí. Tome asiento.

Oh, oh.

Vindictus me había hablado. Era el profesor de Transformaciones.

Ignoré su comentario y me senté en mi butaca. Apenas tomé mi lugar la busqué con la mirada.
Ella estaba tomando apuntes de lo que decía el profesor. Agarré una hoja, una pluma y comencé a escribir. Vindictus debió pensar que estaba prestando atención a su clase, pero no, solo tenía ojos para un banco en especial.
Sintió mi mirada un su nuca, se removió incómoda en la silla y levantó los ojos cuando mi papel cayó sobre su cuaderno.

Frente al Lago Negro. 3 pm.

Lo arrugó y lo partió en pedacitos, bajo mi atenta mirada. Me llevé la mano al corazón como si me hubiera dolido. Julieta puso los ojos en blanco.

Si te dolió, no finjas. Justo en el orgullo.

El timbre sonó y los alumnos guardaron sus cosas. Julieta salió del salón y agarré su brazo con mi mano. Debe ser la primera vez que la toco intencionalmente. Y, ¡por Scamander! Se me pusieron los pelos de punta, tanto, que la solté al instante como si su piel me quemara.

Cuando se dio cuenta, giró en sus tobillos y me vio con cara de sorpresa.

- ¿Qué quieres?

¿No es obvio?

- A ti.

Joder. ¿Lo dije y lo pensé?

Sí, tonto.

- A las tres frente al lago negro.

Bien salvado, soldado.

- No.

¿Qué? ¿Como que no?

Me agrada esta chica.

Calla.

¡Necesitas a alguien que te diga que no más a menudo!

Mis cejas se levantaron ante el asombro.
- ¿Qué? ¿Por qué?

Ella enderezó su espalda y alzó su mentón.
- ¿No te enseñaron a no ir con desconocidos?

¿Desconocidos?

- Me conoces.

- Lo único que sé es que eres un grosero, y eso es algo que puede saber cualquiera.

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