Romeo & Julieta

Cap. III

Romeo Riddle

La espesa lluvia salpicaba las ventanillas del tren con tal fuerza que apenas distinguía nada del exterior. Abrí mi baúl, saqué la túnica y tapé con ella la jaula de Sparrow para amortiguar sus gorjeos.

La lluvia se hacía aún más y más intensa conforme el tren avanzaba hacia el sur. El cielo estaba tan oscuro y las ventanillas tan empañadas que hacia el mediodía ya estaban encendiendo las luces. El carrito de la comida llegó traqueteando por el pasillo; compré un montón de pasteles en forma de caldero para el camino.

Varias personas pasaron por el pasillo, pero ninguna se detenía en mi compartimiento. Vi una cabellera roja de espaldas, y, aunque no sabía con certeza si era ella, un impulso me levantó del asiento y me acercó a la puerta.

A penas la había abierto unos centímetros cuando sentí que volvía hacia mí con fuerza y ​​me golpeaba la frente.

- Siempre tan torpe, Riddle.

Jacob Bletchey acababa de aparecer en el vano de la puerta. Detrás de él estaban Rosier y Travers, sus enormes y brutos amigotes, que pareciera que crecieron durante el curso al menos treinta centímetros cada uno.

- No recuerdo haberte invitado a entrar, Bletchey - dije fríamente.

- ¿Qué es eso, Riddle? - preguntó, señalando la jaula de Sparrow. Un cable del walkman colgaba de la túnica balanceándose con el movimiento del tren.

Intenté ocultarlo, pero Bletchey fue más rápido: agarró el cable y tiró de el.

- ¡Miren esto! - exclamó encantado, enseñándoles a Rosier y a Travers el aparato.
- Alguien sigue viviendo en los cincuenta, ¿no, chicos?

Bletchey se rió de mí sonoramente. Los otros dos monos se reían también como tontos.

- Se crearon en los setenta, idiota.

Dejó de reír, y me miró apretando los puños.
- ¿Cómo me dijiste?

- ¿Aparte de idiota eres sordo?

Golpeó el puño contra su palma unas cuantas veces, provocándome.

No puedes meterte en líos. Te expulsarán ante la mínima cosa que hagas.

¡Pero no es mi culpa!

Agh. Nunca me escuchas.

- Podrás tener dinero, Riddle, pero aquí no te salvará de nada.

Estaba a punto de acercarse a mí hasta que uno de sus amigos le tocó el hombro, y le señaló el final de corredor.

Volvió a mirarme, con una sonrisa burlona en el rostro.
- Te salvaste esta vez, Riddle. Ya nos estaremos viendo el año entrante.

No entendí porque se detuvo, hasta que después que se fueron vi pasar al prefecto de Ravenclaw.

Gracias a la Virgen de Scamander.

Espera. ¿Donde está Newtie?

No sería la primera vez que se olvida de subir al tren, la verdad. Fui a sentarme a con él a penas lo encontré. Fue un viaje... silencioso.