Cap. XIII

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Tuve que subir con cautela para no despertar a ninguno de los chicos que dormían. Volví a la sala común, y le extendí el pergamino grande, cuadrado y muy desgastado a Julieta.

Ella, sospechando que fuera una de mis bromas, lo miró con detenimiento.
- ¿Qué es?

Saqué la varita, toqué con ella el pergamino y pronuncié:

- Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

E inmediatamente, a partir del punto en que había tocado la varita, empezaron a aparecer unas finas líneas de tinta. Se unieron unas con otras, se cruzaron y se abrieron en abanico encada una de las esquinas del pergamino. Luego empezaron a aparecer palabras en la parte superior. Palabras en caracteres grandes, verdes y floreados que proclamaban:
Los señores Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta proveedores de artículos para magos traviesos están orgullosos de presentar EL MAPA DEL MERODEADOR.

Era un mapa que mostraba cada detalle del castillo de Hogwarts y de sus terrenos. Pero lo más extraordinario eran las pequeñas motas de tinta que se movían por él, cada una etiquetada con un nombre escrito con letra diminuta. Estupefacta, Jules se inclinó sobre el mapa. Una mota de la esquina superior izquierda, etiquetada con el nombre de la directora McGonogall, lo mostraba caminando por su estudio. La gata del celador, la Señora Norris, patrullaba por la segunda planta, y Peeves se hallaba en aquel momento en la sala de los trofeos, dando tumbos.

Ese mapa no solo mostraba los pasillos que conocía, sino también una serie de pasadizos en los que no había entrado nunca si no fuese por ese pergamino.

- Hay siete en total. Ahora bien, Filch conoce estos cinco. Antes solo conocía cuatro, pero una vez atrapó a mi primo James en uno así que... Éste de aquí lleva sin problemas al sótano de Honeydukes. Lo he atravesado montones de veces.

- ¿Esto es legal?

- Pues ilegal no es.

- ¿Cómo lo conseguiste?

- Mis tíos Fred y George se lo dieron a Harry, quien luego se lo dio a James, a Albus y ahora está en manos de Lily. Suerte que se lo había dejado a Hugo porque no podemos entrar a sus habitaciones, ya sabes.

- ¿Quiénes son...? - leyó con atención los nombres.
- Cornamenta era el padre de Harry, James Potter. Canuto, su padrino, Sirius Black, ya sabes, el que acusaban de asesino. Lunático, llamado también Remus Lupin fue profesor de DCAO. Era amigo de ellos también, y además, era un hombre lobo. Y de Colagusano no se mucho, la verdad. Solo que se hizo pasar por la rata de mi tío Ron, que fue el culpable del regreso del Señor Oscuro y que traicionó a sus amigos, haciendo que los padres de Harry murieran.

- Tu familia es... interesante.

- Sí, eso creo. ¿Nos vamos?

Enrollé el mapa, me lo escondí en el buzo y nos fuimos a toda prisa a colocarnos detrás de la estatua de la bruja tuerta.

- ¡Dissendio! - susurré, golpeando con la varita la estatua de la bruja.

Inmediatamente, la joroba de la estatua se abrió lo suficiente para que pudiéramos pasar.

Di media vuelta y le tendí una mano. Se la notaba nerviosa.

- Ven. Esto será divertido.

Le indiqué que se sentara en lo que parecía el inicio de un tobogán. Miré hacia mis costados asegurándome que Filch no anduviera husmeando por ahí. Me coloqué detrás de ella, abriendo lo suficientemente las piernas para rodearla.

- ¿Estás seguro esto no es peligroso?

Sonreí.
- Deja de preocuparte, Jules. Siempre estás a salvo conmigo.

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