Cap. V

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Mattheo Riddle.

Le rodeé la cintura con mis brazos, y apoyé mi mejilla en su espalda. Ella mantenía su mirada en la ventana.

- Vuelve a la cama, pingui.

Mi voz sonó tan ronca que sentí como su piel se estremecía. Alexa colocó sus manos encima de las mías, acariciándolas.

- ¿No te preocupa donde está? - susurró casi inaudible.

- Sé donde está.

Y... se dio vuelta bruscamente. Bueno, no podía quejarme, mi cabeza había quedado entre sus pechos por el movimiento...

- ¿Cómo sabes dónde está?

Huele tan bien...

- ¡Theo!

Suspiré, intentando buscar concentración.
- No dejaría que se fuera a estas horas sin saber a dónde tanto va.

- ¡¿Y por qué no me lo dijiste?!

- ¡Porque no me lo preguntaste!

Ella resopló.
- Dime donde está Romeo.

- Con la chica.

Alexa frunció el ceño.
- ¿En donde?

- Supongo que en el parque de diversiones.

Alexa enarcó una ceja. Joder, hasta enfadada se veía hermosa. ¡Yo solo quería volver a la cama!

- ¿Como que supones?

- Bueno, han ido por bastantes días, así que dejé de ir y asumí que seguían yendo.

- ¿Y cuando exactamente pasó eso?

- Mmm... una semana.

Te va a matar.

No sería la primera vez que alguien lo hace. Guiño, guiño.

- ¡¿No sabemos dónde a ido por una semana?! ¡Vamos ya mismo a ese parque!

¿Para que hablé? Yo solo quería que estar en la cama, y ​​ahora estábamos en pijama caminando por el césped del estúpido parque. Alexa me tenía detrás de unos arbustos, espiando.

- ¡Ahí está! - exclamó sonoramente.

- Shh... o nos van a agarrar.

Nuestro hijo caminaba junto a la pelirroja intentando reprimir un montón de sonrisas sólo por orgullo. O quizás por miedo a que de verdad le gustara aquella chica.

Avanzaron hasta un puesto colorido, y comenzó a lanzar pelotas a botellas. Que raro son los adolescentes de hoy en día.

- La chica es bonita. - comentó mi esposa de la nada, fascinada - Y Romeo también. Hacen linda pareja.

Sonreí divertido.
- No te adelantes, Alexa. Solo son dos chicos disfrutando de estar juntos.

- Theo, gracias a esa excusa estamos casados ​​y con hijos.

- Eso es porque soy irresistible.

- Y humilde, por suerte.

Nos fuimos al instante en que se aseguró que todo estaba en orden.

Nos fuimos al instante en que se aseguró que todo estaba en orden

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