Un amor imposible. Impensable. Incorrecto. Sin embargo, ninguno puede sacárselo de la cabeza.
Los abuelos de Julieta fueron asesinados por Voldemort; Romeo, es nieto del mismo mago que lo hizo.
Venganzas. Pasión. Aventuras. Descubrimientos. Enemis...
- Es por la misma razón que quiero leerlo... por mi nombre.
- Te llamas...
- Julieta.
Interesante. Muy interesante.
Joder. Esto les encantaría a mis padres.
Le sonreí como un idiota, claro que sé de quién lo heredé; y repetí las palabras tan conocidas en mi familia, aquellas con las cuales mis padres se saludaban cada aniversario y San Valentín.
- ¿Y ahora que? ¿Llega el cura y nos casamos?
Ella no pareció entender, quizás era una de esas que no le gustan los muggles. Después de todo es Slytherin. Siempre me dijeron que no debía juzgar a nadie por la casa que iba, al fin y al cabo, mis hermanos pertenecieron a Hufflepuff y Slytherin, y mi tía Delphi a Ravenclaw; así que no podía darme ese gusto; pero es divertido ver cómo se enoja por eso.
Deja de pensar y di algo.
Cierto.
- ¿Vas a leer o qué?
Tu madre te mataría si te escucha hablar de esta forma.
Ella me miró con un ensamble enojado, como si de verdad le dolieran mis palabras. ¡Qué chica tan sensible!
Seguiremos molestándola.
- ¿Sabes leer, cierto?
Le sonreí y observé que se ponía más roja que su pelo. Lindo cabello ... y lindas pecas.
Concéntrate.
La odio, cierto.
- ¿Está bien si yo leo? - me preguntó suavemente.
¿Por qué era gentil conmigo? Si habrá gente rara...
- Ajá.
Julieta me sonrió dulcemente, joder. Me distraje en su rostro por un momento, hasta que me perdí en la lectura y tuve que pedirle que empezara otra vez. Definitivamente va a odiarme.
Pasaron unos minutos hasta que el timbre sonó. Pareció una especie de alarma para ella porque guardó sus cosas rápidamente para no llegar tarde.
- ¿Vienes? - me preguntó poniendo el libro en su mochila.
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- No lo creo.
- ¡Hoy estudiaremos bowtruckles! Quizás te guste.
- ¿Quieres que vaya a ver langostas verdes? Olvídalo.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Te gusta la magizoologia?
- Mi madre es magizoologista, por eso no asisto a esa clase. No hay nada que pueda enseñarme.
- Entonces es eso lo que eres.
¿Qué...?
- ¡Eres un arrogante! ¿Te piensas que como tus padres son importantes tú mereces otro trato? Pensé que algo te pasaba, de verdad, supuse que eras de los que no creen en el sistema educativo, o que tenías problemas de aprendizaje o con tu familia. - comenzó a gritarme como una loca. No entendía nada. - Todos nos matamos aquí estudiando para que tú solo vengas cuando quieras, rindas los exámenes y apruebes el año. ¡Lo único que eres es un arrogante que como se considera superior a los demás no va a clases!
Y sin decir más, se fue de la biblioteca.
Me mantuve perplejo observando la salida. Por un lado quería que volviera, pero me daba un poco de miedo.
¿Tener algún tipo de privilegio por ser un Riddle Weasley? ¿En serio?
Puede que tenga dinero, pero, ¿privilegios? No soy más que uno del montón. La oveja negra de la familia. Sin talentos, sin sobrenombre, sin nada especial. Heredé el cabello de mi padre y los ojos de mi madre, sin embargo, es lo único que me concierne a mi familia.
No soy como ellos, creo que nunca lo he sido.
Ser el menor de los hermanos dicen que es complicado, pues si lo es. Ver a mi hermano mayor, Tom, graduarse y ya estar trabajando en lo que a él le interesa. Luego está mi otro hermano, el pequeño Newt, fue diagnosticado con TEA (Trastorno del Espectro Autista) hace algunos años. Mis padres siempre han cuidado de su fragilidad, y lo han hecho tan bien que ha podido salir adelante sin problemas. Siempre supusimos que algo le ocurría, ya que presentaba dificultad para mirar a los ojos, nada de capacidad para mentir y le costaba mucho interactuar con los demás, aunque lo justificaba con su amor hacia los animales (más que a las personas).
Y luego estaba yo. Romeo Riddle Weasley.
No hay nada que me guste, exceptuando leer y el Quidditch; pero me daría mucha pena alistarme en el equipo. Además, Gryffindor tiene muy buenos jugadores, no me necesitan.
En fin, no tengo un lugar en concreto. Nunca sé a donde voy. Sin aspiraciones, sin talentos, sin un futuro en claro... Es lógico que no sea el favorito de nadie.
Ahora... alguien me había notado. Bueno, golpeado. Da igual. Pero se había sentido... bien.