Capítulo 14

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Estuve toda la semana esperando al viernes. Ya me había comunicado con la inmobiliaria y había arreglado fecha y hora para realizar la transacción. Al final, desistí del apartamento super caro y lujoso y decidí invertir en algo más económico, para quedarme con un poco de dinero y además, comprando algo más bajo, no debía pedirle dinero a papá.

Paul ya estaba avisado y se encargaría del papeleo y todo eso, mientras yo esperaba con ansias el día de la firma. Debía esperar a tener el dinero en el banco y luego tres días más para firmar.

La espera fue eterna, pero finalmente llegó. La compra sería el martes por la mañana.

Orson me dejó en la escuela y sin que me viera nadie, me escabullí antes de entrar. A unas pocas cuadras tomé un taxi para dirigirme a la inmobiliaria. La verdad es que todo fue super rápido y Paul me acompañó en todo momento, en menos de una hora ya tenía mi propio apartamento, no podía creerlo.

Estaba feliz y quería contárselo a todo el mundo, pero preferí guardar el secreto. La razón por la que había hecho esto, era porque quería tener un lugar que fuera mío, quería tener algo a lo que llamar hogar. Si bien todavía vivía con mi padre, y seguiría así por un tiempo, quería asegurarme de tener mi refugio, un lugar que iba a transformar de a poco en mi casa, en algo mío, en mi espacio, en mi lugar seguro. No quería que nadie supiera, quería poder esconderme ahí siempre que lo necesite, sin que los demás sepan dónde encontrarme, quería tranquilidad. Por supuesto con el paso del tiempo terminaría contando, pero por ahora era mi proyecto secreto y me gustaba así.

Mi padre conmigo es muy bueno, pero siempre quiere tener razón y dar su opinión en todo, si le avisaba del departamento, no solo pondría el grito en el cielo porque no le conté antes, sino que querría verlo y hacer todo a su manera.

Llegué al penthouse a la hora en que se suponía volvía de la escuela. De momento nadie sospechaba nada.

-¿En dónde estabas?- preguntaron por detrás.

-No tengo que darte explicaciones- le respondí sin darme la vuelta.

-Tendras que, si no quieres que Alexandre se entere.

-No te atreverías- me manifesté desafiante.

-¿Quieres probar?- me sonrío divertido.

-Ugh Ivo, basta. Estuve haciendo unos trámites, tenía que reunirme con el abogado de la familia por razones de herencia.- lo que estaba diciendo no era del todo mentira, al fin y al cabo el dinero que me dejó mi madre es mi herencia.

-Ah, lo siento.- se mostró apenado.- pensé que de repente tenías un novio maleante o algo así.

-De momento no- le sonreí- cuando lo tenga serás el primero en enterarte- le palmee el hombro y me fui a mi habitación.

No tenía nada para poner en el apartamento, no me había decidido en que muebles comprar, nada. Pero si sabía algo, pondría la pintura que me hizo mamá cuando tenía 5 años. Le pedí a Silvain que mandara a alguien a buscar esa pintura cuanto antes y le pedí que no hiciera preguntas.

Me pasé el resto del día viendo ideas de decoración en Pinterest y respondiendo mentiras a mis amigos. Por lo general, yo nunca faltaba a clases.

***

A los dos días ya tenía la pintura conmigo. Esperé al sábado para poder salir tranquila.

El apartamento no estaba lejos del hotel, pero no estaba en la misma zona, así que tampoco estaba super cerca. Estaba a unas 15 cuadras. Esa tarde decidí caminar.

El invierno estaba cada vez más cerca, en París ya se podía sentir que la nieve estaba por llegar. Eran las últimas tardes en donde era posible caminar con algo de sol entre los pies y faltaba muy poco para que los árboles terminen de quedar completamente desnudos. Disfrute de cada paso, de cada rafaga de viento fresco y de cada hoja, que me cruce en el camino. Tenía una sonrisa en mi rostro.

Al llegar, me senté en el piso un momento, mirando la pared en donde colgaría el cuadro. Luego de sentirme en paz unos minutos, saqué un martillo y clavo de mi cartera y comencé el proceso. Una vez listo, lo colgué y observé como si estuviese en un museo.

Si bien no estaba en la zona más cara y preciosa de París, el lugar en donde quedaba el apartamento era muy pintoresco. Era una zona en donde vivían jóvenes mayores de edad que estudiaban y trabajaban, que no venían de aquel mundo de París al que todos querían acceder, pero nadie sabía realmente a qué implicaba pertenecer. Personas que probablemente odiaban a gente como yo.

Y en ese lugar, tan alejado de mi realidad, tan diferente y en el cual yo no encajaba, con una vista a la Torre Eiffel espectacular, en un apartamento con solo un cuadro, me sentía como en casa.

***

Decidí quedarme un rato, para cuando quise irme ya era tarde, pero tampoco podía quedarme porque no tenía ni siquiera algo para taparme. Pedí un taxi y salí a esperarlo en la puerta del edificio. Las calles estaban iluminadas por una tenue luz casi amarillenta, y la gente caminaba tranquila, disfrutando del frío y la compañía.

Mientras revisaba mi celular, para ver a qué distancia estaba el auto que pedí, me tomaron del brazo, me taparon la boca y me golpearon la cabeza con la pared.

Oscuridad.

No podía ver nada. Solo veía negro y sentía una cosa en mi cabeza. Supongo que tenía los ojos vendados. El lugar olía a rancio y solo lograba escuchar voces masculinas, que parecían estar nerviosas.

La cabeza me dolía horrores y la boca también, estaba amordazada y me perturbaba pensar en donde había estado ese trapo antes.

Mientras más reaccionaba, más miedo tenía, era una mujer sola con no sé cuántos hombres cerca. Tenía que huir de ahí.

Separados, pero juntos {Completa} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora