Capítulo 3

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Ámbar

Volví a casa cerca de las once de la noche, creo que mi cuerpo me va a pasar factura muy pronto, vivir esta vida no es lo que soñé, quería ser artista, recorrer el mundo, tener mi galería y conocer un hermoso hombre que me apóye y me ame incondicionalmente, pero a los 19 tuve que huir de casa cambiar mi identidad y ahora todo lo que tengo entra en una mochila y lo único que conservo de mi pasado es un libro con una fotografía, todo está muy lejos de la vida que soñé.

Despejo esos pensamientos de mi cabeza no me queda mucho tiempo acá y necesito presentar los papeles para la visa a Irlanda pronto, quisiera no tener que trabajar tanto, quisiera dedicarme a pintar, quisiera no tener que irme tan seguido, pero es la vida que me tocó, va la única opción de vida.

_Buenas noches, si no fueran por tus cosas aseguraba que vivo sola, no te veo nunca Ámbar.

_No seas tan dramática, en unos días tengo que presentar los papeles para la visa y necesito todo el dinero posible

_No puedes exigirte así, ¿por qué no te quedas más tiempo en España?

_Por que no puedo, me encantaría quedarme y no mudarme tanto, pero mi visa vence en unos meses y sería una ilegal, no puedo ir a prisión Pamela.

_Quisiera poder ayudarte, ojalá tuviera alguna solución para ti.

_Lo sé, aunque no lo creas has sido de gran ayuda en mi vida.

Agradezco al destino que me puso una amiga como Pame en el camino, conocí mucha gente en mis viajes y de muchas nacionalidades, algunos fueron buenos otros extraños, pero definitivamente a ella la quisiera mantener en mi vida.

Comí algo y me fui acostar, mañana trabajaba en la galería y era mi día favorito. En la galería se respiraba paz, se sentía seguro, sabia que nadie de los que me buscaban me encontrarían en un lugar como este.

Hoy era noche de exposición así que me dediqué a colgar los cuadros donde estaban marcados, estaba acomodando los últimos cuando uno llamó mi atención, en él se veía la espalda ancha de un hombre frente al mar su pelo lo movía el viento y se lo notaba relajado mirando el horizonte, su nombre era Paz, algo que yo necesitaba.

Siempre que veo cuadros que me inspiran me imagino mi vida en distintas situaciones, en este me imaginé abrazándolo de atrás y juntos compartiendo esa paz que tanto necesito.

He tenido amores, casi todos de un rato y con todos sentí una conexión especial, pero no amor, quizás es por que nunca me quedo el tiempo suficiente para averiguarlo.

La exposición salió perfecta y me llevé muchas propinas y volví a casa feliz, mañana iba a la oficina de Pamela, cubría de nuevo y me encantaba la tranquilidad del lugar.

El día me paso volando tenia varias copias y encarpetar bastantes contratos, estaba llevando un montón de copias a la sala de reuniones cuando mi vestido se engancha con la puerta y la montaña de papeles se cae por todo el piso de mármol blanco de la hermosa oficina.

_ ¿Estás bien?

Maldecí por dentro, no puedo ser tan torpe, unas enormes manos me ayudaron a pararme y me encontré con unos ojos color verde chequeándome.

Frente a mi había un hombre muy sexy, un poco más alto que yo, espalda ancha, pelo rubio, ojos esmeraldas, un traje carísimo y unos dientes perfectos. Lo estoy mirando demasiado, lo sé.

_Si, lo siento ya lo limpio

_ ¿Quién eres?

_Hola soy Ámbar, lo siento por esto, mi vestido se enganchó y no pude detenerme

_ ¿Trabajas acá Ámbar?

_Yo, si estoy cubriendo unos días

_Un gusto Ámbar soy Álvaro.

_Hola Álvaro, gracias por tu ayuda.

Comencé a juntar los papeles y él me ayudó, fue muy amable, dejé todo acomodado y me fui de ahí con mi único vestido roto, por suerte no se me veía nada.

Hoy no era un buen día.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora