Capítulo 26

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Álvaro

Nos estábamos preparando para el baile, y yo estaba terminando de ajustar mi corbata cuando Ámbar apareció frente a mí. La vi de pie allí, radiante en un vestido verde que se ajustaba perfectamente a sus curvas, su cabello suelto en suaves ondas y un maquillaje que resaltaba su belleza natural.

No pude evitar sentir cómo se aceleraba mi corazón al verla. Era simplemente deslumbrante, y sabía que cualquier hombre que la viera suspiraría ante su belleza.

Pero mientras la admiraba en silencio, recordé la promesa que me hice a mí mismo. Sabía que no podía permitirme enamorarme de Ámbar, no podía dejarme tentar por sus encantos. Había jurado proteger mi corazón después de haber sido lastimado en el pasado, y no podía permitir que eso volviera a suceder.

Me obligué a apartar la mirada y me concentré en mi respiración, recordándome a mí mismo que no podía dejarme llevar por mis emociones. Ámbar era una mujer increíble, pero no podía permitirme enamorarme de ella.

- Ámbar, luces absolutamente deslumbrante.

Busque la forma que no se notara que me afecta y tratando de mantener mi voz firme y controlada.

Ella sonrió, un brillo de felicidad en sus ojos mientras me miraba.

- Gracias, Álvaro. Tú también te ves muy guapo esta noche.

Me forcé a devolverle la sonrisa, aunque por dentro estaba luchando contra la tormenta de emociones que me invadían. Tenía que recordarme a mí mismo que éramos solo amigos, que no podía permitirme nada más.

Mientras nos dirigíamos al salón de baile, decidí mantener mi distancia de Ámbar. Sabía que tenía que protegerme a mí mismo, incluso si eso significaba mantenerla a una distancia segura.

Pero a medida que la noche avanzaba y bailábamos juntos, no pude evitar sentir cómo la atracción entre nosotros crecía. Era como si estuviéramos destinados a estar juntos, y luchar contra eso se volvía cada vez más difícil.

Pero a pesar de todo, me mantuve firme en mi decisión de no enamorarme. Sabía que tenía que proteger mi corazón a toda costa, incluso si eso significaba sacrificar lo que más deseaba en el mundo.

La batalla de preguntas comenzó en el baile, y rápidamente nos dimos cuenta de que estábamos en una ventaja. Ámbar y yo habíamos llenado unos cuestionarios previamente, compartiendo nuestras respuestas sobre nuestras preferencias y gustos más íntimos.

Las preguntas eran simples pero reveladoras: ¿cuál era nuestro color favorito? ¿Nuestro postre preferido? ¿Preferíamos el mar o la montaña para unas vacaciones?

Cuando llegó el momento de responder, Ámbar lo hizo con confianza y precisión. Parecía saber todo sobre mí, desde mis colores favoritos hasta mis deseos más profundos. Su conocimiento de mí era asombroso, y me sentí abrumado por la forma en que había captado cada pequeño detalle.

A medida que avanzaba la competencia, me di cuenta de que estábamos destinados a ganar. Ámbar y yo éramos un equipo imparable, y juntos éramos invencibles.

Al final, nuestras respuestas fueron las correctas, y fuimos aclamados como los ganadores. Ámbar me miró con una sonrisa radiante, y supe que no habría querido competir junto a nadie más que a ella.

Esa noche, en medio del bullicio del baile y la alegría de nuestra victoria, me di cuenta de lo afortunado que era de tener a Ámbar a mi lado. Ella conocía cada parte de mí, incluso las que yo mismo apenas entendía, tenía que alejarme, tomar distancia.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora