Álvaro
Nos estábamos preparando para el baile, y yo estaba terminando de ajustar mi corbata cuando Ámbar apareció frente a mí. La vi de pie allí, radiante en un vestido verde que se ajustaba perfectamente a sus curvas, su cabello suelto en suaves ondas y un maquillaje que resaltaba su belleza natural.
No pude evitar sentir cómo se aceleraba mi corazón al verla. Era simplemente deslumbrante, y sabía que cualquier hombre que la viera suspiraría ante su belleza.
Pero mientras la admiraba en silencio, recordé la promesa que me hice a mí mismo. Sabía que no podía permitirme enamorarme de Ámbar, no podía dejarme tentar por sus encantos. Había jurado proteger mi corazón después de haber sido lastimado en el pasado, y no podía permitir que eso volviera a suceder.
Me obligué a apartar la mirada y me concentré en mi respiración, recordándome a mí mismo que no podía dejarme llevar por mis emociones. Ámbar era una mujer increíble, pero no podía permitirme enamorarme de ella.
- Ámbar, luces absolutamente deslumbrante.
Busque la forma que no se notara que me afecta y tratando de mantener mi voz firme y controlada.
Ella sonrió, un brillo de felicidad en sus ojos mientras me miraba.
- Gracias, Álvaro. Tú también te ves muy guapo esta noche.
Me forcé a devolverle la sonrisa, aunque por dentro estaba luchando contra la tormenta de emociones que me invadían. Tenía que recordarme a mí mismo que éramos solo amigos, que no podía permitirme nada más.
Mientras nos dirigíamos al salón de baile, decidí mantener mi distancia de Ámbar. Sabía que tenía que protegerme a mí mismo, incluso si eso significaba mantenerla a una distancia segura.
Pero a medida que la noche avanzaba y bailábamos juntos, no pude evitar sentir cómo la atracción entre nosotros crecía. Era como si estuviéramos destinados a estar juntos, y luchar contra eso se volvía cada vez más difícil.
Pero a pesar de todo, me mantuve firme en mi decisión de no enamorarme. Sabía que tenía que proteger mi corazón a toda costa, incluso si eso significaba sacrificar lo que más deseaba en el mundo.
La batalla de preguntas comenzó en el baile, y rápidamente nos dimos cuenta de que estábamos en una ventaja. Ámbar y yo habíamos llenado unos cuestionarios previamente, compartiendo nuestras respuestas sobre nuestras preferencias y gustos más íntimos.
Las preguntas eran simples pero reveladoras: ¿cuál era nuestro color favorito? ¿Nuestro postre preferido? ¿Preferíamos el mar o la montaña para unas vacaciones?
Cuando llegó el momento de responder, Ámbar lo hizo con confianza y precisión. Parecía saber todo sobre mí, desde mis colores favoritos hasta mis deseos más profundos. Su conocimiento de mí era asombroso, y me sentí abrumado por la forma en que había captado cada pequeño detalle.
A medida que avanzaba la competencia, me di cuenta de que estábamos destinados a ganar. Ámbar y yo éramos un equipo imparable, y juntos éramos invencibles.
Al final, nuestras respuestas fueron las correctas, y fuimos aclamados como los ganadores. Ámbar me miró con una sonrisa radiante, y supe que no habría querido competir junto a nadie más que a ella.
Esa noche, en medio del bullicio del baile y la alegría de nuestra victoria, me di cuenta de lo afortunado que era de tener a Ámbar a mi lado. Ella conocía cada parte de mí, incluso las que yo mismo apenas entendía, tenía que alejarme, tomar distancia.
ESTÁS LEYENDO
No te enamores
RomansaEscucho que el cura decir algunas palabras, siento que la gente a mi alrededor me mira con lastima, veo el dolor y la pena en sus ojos, veo la lluvia cayendo por mi cara, pero no siento nada, no hay nada más, me quitaron todo lo que tenía. A los 19...