Capítulo 29

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Regresé a casa después de pasear al perro y me encontré con una escena que me dejó sin aliento. Álvaro estaba en mi habitación, revisando mis cosas, y en la pantalla de mi computadora estaba toda mi investigación, expuesta ante sus ojos.

Mis manos temblaban de ira y shock mientras lo observaba, sin poder encontrar las palabras adecuadas para expresar mi sorpresa y decepción.

- ¿Qué estás haciendo aquí, Álvaro?

Álvaro se giró hacia mí, con una expresión de culpabilidad en su rostro.

- Ámbar, lo siento. No debí hacer esto, pero necesitaba respuestas.

La tensión entre Álvaro y yo había ido en aumento desde que comenzaron mis investigaciones sobre Miguel Jonas, el hijo de un narcotraficante colombiano. Había mantenido todo en secreto, temerosa de ponerlo en peligro a él o a nosotros, pero Álvaro finalmente descubrió lo que estaba haciendo.

Fue en medio de una discusión acalorada que todo salió a la luz. Álvaro me confrontó, furioso por mi falta de confianza en él. Sus palabras eran afiladas como dagas, cortándome profundamente mientras me acusaba de esconderme y mentirle.

- ¿Quién eres, Ámbar? ¿Qué estás escondiendo de mí?", me gritaba, sus ojos llenos de ira y decepción.

- Ámbar, He descubierto que tienes un archivo cerrado del FBI. ¿Por qué ocultaste eso?

- ¿Qué? No sé de qué estás hablando, Álvaro.

- No me mientas, Ámbar. Sé que estás ocultando algo, y estoy cansado de las mentiras. ¿Quién eres realmente?

- No puedo decirte, Álvaro. Es complicado.

- No puedo seguir adelante con esta farsa si no puedo confiar en ti. Necesito saber quién eres y qué estás escondiendo.

- Lo siento, Álvaro, pero no puedo contarte todo. Hay cosas que no puedo revelar.

Me sentí atrapada entre la verdad y la mentira, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicarle. Pero mientras intentaba justificar mis acciones, me di cuenta de que había perdido su confianza, y eso era algo que me dolía profundamente.

Intenté explicarle mis razones, el peligro que representaba para nosotros si se enteraba de la verdad sobre Miguel Jonas. Pero Álvaro no quería escuchar razones. Estaba herido, confundido y enojado, y no podía culparlo por ello.

- ¡Esto es ridículo! ¿Cómo puedo confiar en ti si no me dices la verdad?

- Lo siento, Álvaro, pero si no puedes aceptar que hay cosas que debo mantener en secreto, entonces no podemos seguir juntos.

La discusión se prolongó durante horas, cada palabra como un golpe que caía sobre nosotros. Finalmente, exhausta y desgarrada por la tensión, me retiré a mi habitación, dejando a Álvaro solo en la sala.

- Ámbar, por favor, no te vayas. Lo siento, tal vez me excedí al investigarte. Pero necesito entender quién eres realmente.

- Ámbar: necesito tiempo para pensar. Me voy por un tiempo. Espero que algún día puedas entenderlo.

- Ámbar, espera...

Mientras cerraba la puerta detrás de mí, me di cuenta de que la brecha entre nosotros se había vuelto aún más profunda. Había perdido a Álvaro, había perdido su confianza, y no estaba segura de si alguna vez podría recuperarla.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora