Capítulo 14

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-¿Te puedo preguntar algo?

Tomé las manos de mi amado para atraerlo hacia mí, haciendo que se aferrara a mi cintura en el acto.

Plantó un beso en mi comisura. Comenzaba a acostumbrarme a esa sensación de plenitud.

-Puedo intentar contestar.

La tarde estaba estupenda, el sol estaba radiante y el olor a agua salada inundaba mis fosas nasales, llenándome de esa sensación de seguridad que sólo sentía cuando estábamos juntos en lugares libres, justo como este.

-¿Intentar?

-Me estoy esforzando, no tengo idea de cómo funcionan estas cosas, niña.

Besó una vez más mis labios, y esta vez no le correspondí.

Aunque no quise explicar el porqué no me gustaba aquel apodo, él no hizo más preguntas. Tan inexpresivo como siempre.

Me sorprendía tenerlo abrazándome con fuerza y necesidad cuando él era la persona menos cariñosa que había conocido. Hoy, parecía ser una tarde distinta para Gael, y eso me enloquecía de ganas de besarlo. Miré su sonrisa plena, y sin poder resistirme más, le pregunté.

-¿Qué significa el tatuaje que trepa por tu cuello?

Esperé que mi curiosidad repentina no lo aburriera o incomodara. Él solo me dio un ligero beso en la frente y contestó, abriéndose conmigo.

-Un dibujo japonés que miré hace años en un documental histórico.

-¿Qué significa? -repetí, sin poder contener mi curiosidad.

-Lo lleva el líder de un ejército de combate en la solapa de su uniforme.

-¿Y tú, de qué eres líder? ¿que es lo que diriges?

Un dejo de incómodad se asomó como un líquido espeso en sus ojos ante mi pregunta, sin embargo, se mantuvo firme, como siempre, y besó mis labios una vez más, dejándome encantada con su sabor.

-Luces tan hermosa hoy.

Sin poder contener el aliento que aquellas simples palabras me habían sacado, me enredé como una soga sobre su cuello y lo llené de tantos besos llenos de ansias, que al llegar a mi casa, todavía podía sentir el rastro de sus labios sobre los míos.  Sabía que estaba evadiéndome, pero estaba tan encantada que no quería separarme ni un segundo.

Esto estaba mal, pero me encantaba.

-Se hace tarde, mejor vayamos a cenar -me invitó cuando oscureció.

Asentí, dejándome llevar por su mirada serena, y tomé su mano, entrelazándola con la suya, avanzando hacia donde su auto estaba aparcado.

Me detuve un momento a mirarlo, y le di un corto abrazo que no me devolvió.

-Tú también te ves muy hermoso -susurré contra su pecho.

Me separé y no intenté buscar su mirada de regreso. Me abrió la puerta del copiloto y yo entré con cuidado mientras lo observaba dar la vuelta y sentarse en su lugar para luego encender el motor. Dediqué esos escasos segundos de su distracción para mirarlo de perfil solo para darme cuenta lo perfectas que eran sus facciones y sus gestos

Volteó a mirarme unos momentos al sentir mis ojos sobre los suyos.

Sus ojos eran tan hermosos, eran una tormenta original en sus pupilas, la más asombrosa de las miradas con las que jamás me había encontrado. Allí estaba yo, mirándolo embelesada mientras conducía distraído mirando el camino. Y en un momento inesperado, un reflejo del faro de un auto que pasó por nuestro lado en sentido contrario dio justo en sus ojos, creando un ambiente tenso y horroroso para mí. Sus ojos me recordaron por un momento los ojos de mi padre, a los del hombre que me llevó al bosque, a todo lo que le temía. No podía sacarme de la mente sus endemoniados ojos y las manera tan detenida en la que me miró, la profundidad en sus ojos claros, lo centrados que eran, lo casi perfecto de sus pupilas. Diablos, ¿por qué pensaba en eso justo ahora? Un mareo se hizo presenté haciendo que me recargara sobre el asiento. Creo que pudo notarlo. Creo que se dio cuenta de mi estado, creo que supo que algo no andaba bien.

Los Demonios de Gael ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora