Ámsterdam, primavera
Leonor Kyle
Su oscuro cabello rubio de largos mechones ondulados lucen desordenados mientras más y más se mueven con frenesí. Mis ojos intentan escapar de los suyos, pero ellos son gatunos y yo soy su presa.
Ambas estamos al centro de la pista de baile dejándonos envolver por la efusividad de la música y el abrasante calor del centenar de cuerpos que destallan por todos lados. Una marea de sudor se desliza río abajo por mis ardientes mejillas. El aliento de Tanya quema cuando me devora la boca con esos blanquecinos dientes de cocodrilo, y yo me dejo consumir por su hambre depredadora.
- Qué intensa estás... -murmuro, al lograr tomar una bocanada de aire unos milímetros lejos de sus jugosos labios-.
- Así de loca me tienes, conejita.
Dice en un suspiro tan sensual como la manera en sus delgados dedos me tocan por debajo de mi ceñida falda. Exhalo y cierro los ojos al sentir el picor de sus uñas raspando en la tersura de mi piel, pero pronto se detiene y dirige sus manos a mi desnuda cintura a causa del top que llevo puesta.
- Sabes, podríamos ir a encerrarnos al tocador y jugar un poco. La noche es joven...
- ¡Hey! -chillé sobresaltada y nerviosa-.
- Hemos hecho cosas más "audaces" otras veces.
Vaya que con "audaces" se refiere a haber tenido sexo literalmente en un parque a mitad de la tarde y otras situaciones que solo me harán ponerme más colorada de lo que ya estoy.
- La diversión nunca para contigo -respondo con una risita-. Pero ya estoy algo cansada... ¿Podríamos pronto plantearnos ir a casa?
Lo digo como quien no quiera la cosa, ya que así no suena a ser una aburrida que ya quiere ir a dormir. Tengo que mentirle sobre "estar cansada", pues si le digo la verdad de que me está matando mi rodilla por tanto bailar, lo más seguro es que terminemos en emergencias. Así de preocupada por mí vive Tanya. Y ese sería el menor de mis problemas dado que ella no volvería a sacarme a ninguna fiesta o discoteca por un largo tiempo para "mantenerme a salvo" de una recaída en la lesión de mi rodilla.
- Sí, Leonor, pero primero te tengo una sorpresita.
Ya ha levantado su brazo en lo alto antes de terminar su frase cuando de pronto la música electrónica cambia a la letra de Levitating, pero en su versión remix. Mi sonrisa es tan intensa como las fuerzas que golpean de adentro hacia fuera de mi cuerpo haciéndome moverme al ritmo de mi canción favorita. Algo que jamás podré negar es que Tanya sigue sorprendiéndome como el primer día en que nos hicimos amigas, luego novias y ahora...
- Me encantó tu sorpresa, amor -ruja sobre la música-.
- Nunca nada será suficiente para mi guapísima esposa -chilla antes de comerme a besos-.
"¡¡Un aplauso para la princesa de la noche: Tanya Adler y su bellísima esposa, Leonor Adler!! ¡¡Esta noche de diversión que todos está disfrutando es traída gracias a este par de reinas de la Ciudad del Pecado!!"
Exclama de pronto el DJ y la sala se llena de aplausos y gritos emocionados. Por supuesto, estar en el club de la Princesa de la Noche ya es bastante lujo, pero que estés compartiendo esta noche con la Princesa va más allá de la suerte para cualquier persona.
Diez minutos después andamos por el pasillo que conduce a la salida del club. Por delante y detrás de nuestro andar somos escoltadas por dos pares de hombres de seguridad. Tanya es toda una celebridad en Ámsterdam -y yo al ser su esposa también me convertí en una- así que somos figuras públicas que necesita seguridad 24/7.
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Suspiro
RomanceUna discusión sin sentido provocó que Leonor perdiese sus alas. Desde ese día, Sasha no ha podido tener una noche sin que las pesadillas y la culpa le roben sus sueños. El castigo autoimpuesto fue permitir que Leo se casara: renunciando así al amor...